OPINIÓN: Un mercado cíclico, una cualidad que pocos recuerdan
Nota del editor: Roberto A. Ruarte es asesor en mercados financieros. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) — Nuestro principal precepto es que los mercados financieros no son racionales, sino emocionales y esta emoción pasa de la euforia en los momentos buenos a la depresión en los momentos malos.
En la euforia, la gente mira el futuro con optimismo y toma muchos riesgos, pagando activos sobrevaluados, confiando que la historia de buenos rendimientos en el pasado se repetirán en el futuro, en una visión completamente lineal del comportamiento.
En la depresión, los inversores miran el futuro con negativismo y se vuelven adversos al riesgo y terminan vendiendo activos subvaluados con el mismo pensamiento lineal que lo que ha venido pasando continuará ocurriendo.
El pensamiento lineal, desde nuestro punto de vista, es un gran error de concepción en la visión de los mercados financieros ya que son cíclicos y ciclotímicos.
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Cíclicos porque tienen momentos buenos y después vienen los malos, y ciclotímicos porque la psicología de masas hace que los inversores amen a un país, a un presidente, a un activo en los momentos buenos, y defenestren al país, a los gobernantes y los activos en los momentos malos.
Los medios reflejan el humor social y lo informan; no es culpa de ellos, aunque en los momentos buenos sus noticias exacerban el optimismo en los inversores que se dejan llevar por la euforia, y producen el efecto inverso en los momentos malos, llenando de miedos e incertidumbre a los mismos inversores.
En los picos de los mercados financieros, las noticias son positivas y la euforia en los inversores es la moneda corriente. En los valles, ocurre el efecto inverso con noticias nefastas que hacen ahuyentar a los inversores.
El no reconocimiento de la ciclicidad de los mercados y no linealidad puede llevar a graves errores a los inversores que terminan comprando muy cerca de los techos de grandes subidas, y vendiendo cerca de los valles de grandes caídas.
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México puede dar fe en su historia de su comportamiento. En 1982, las noticias mundiales y locales hablaban de un país devastado y sin futuro. En dicho momento, dentro de tanto pesimismo, fue oportunidad histórica de invertir en activos como acciones y bonos mexicanos, dejando en cinco años abundantes ganancias a los inversores.
En 1987, la Bolsa mexicana se había puesto de moda, subiendo decenas de veces su valor en dólares y el sentimiento inverso afloró, esto es la euforia. La gente menos informada se acercó a la Bolsa de valores y compró acciones a valores que ya habían incrementado su valor por 10 veces.
En dos meses de 1987, la Bolsa mexicana perdió 80% de su valor en dólares. De hecho, mucha gente quebró porque, como algunos dicen, las subidas son persistentes y duran tiempo, mientras que las caídas son rápidas; la Bolsa sube por la escalera y cuando le toca bajar lo hace por el ascensor.
En 1988, en la época de Carlos Salinas de Gortari se vivió una bonanza muy importante en la Bolsa de valores; nuevamente los precios de las acciones se multiplicaron varias veces su valor para colocar su techo en enero de 1994, y un techo secundario en septiembre de 1994 con las elecciones que consagraron a Ernesto Zedillo como presidente.
Desde septiembre a diciembre, la Bolsa de 1994 bajó más de un 30%; en diciembre, el entonces presidente Zedillo devaluó al peso mexicano. Los valores de las acciones se desplomaron nuevamente como en una montaña rusa, perdiendo el índice el 80% de su valor en dólares para ver los pisos en marzo de 1995, en el mismo momento que Salinas se iba del país luego de una huelga de hambre.
Desde marzo de 1995 al techo de 2000, el mercado se recuperó nuevamente a los valores de 1994 y le valió a México ser el primer país Latinoamericano en tener la calificación de investment grade, lugar seguro para invertir. Apenas conocida la noticia que se supone muy positiva, empezó una gran caída que acompañó al desplome del Nasdaq de Estados Unidos y luego lo de las Torres Gemelas, que puso muy negativo a los inversores.
En la guerra de Iraq vimos muchos pisos o valles de Bolsa y desde allí vino una gran bonanza, la más importante de esta centuria, para llevar los precios desde 2003 a 2008 a niveles muy importantes, teniendo como protagonista a América Móvil, la empresa de Carlos Slim, convirtiéndole por dicha tenencia accionaria en uno de las personas más ricas del mundo.
En 2008, muchos ya conocen la historia: vino la crisis denominada de Lehman Brothers. Nuevamente la parte baja de la montaña rusa, con caídas del 65% en valores de los índices en términos de dólares con quiebras de muchas empresas y el pesimismo volvió a apoderarse de los inversores.
En 2009, la Bolsa mexicana hace su piso y en término de dólares tuvo una bonanza muy buena que acompañó a Wall Street, pero solo hasta 2013. Ese último año marcó el techo histórico del EWW el ETF de México. Si bien la Bolsa hoy cotiza cerca de los 50,000 contra los 46,000 puntos de 2013, el dólar hace cuatro años llegó a valer 11.95 contra los 22 del peor momento de 2017 y niveles de 19 actuales. Claramente que en dólares la Bolsa hoy tiene una minusvalía importante con respecto a 2013.
Lo interesante de remarcar es que en 2013 la economía mexicana crecía a un ritmo vertiginoso; Enrique Peña Nieto, aún en funciones, asumía la presidencia del país en diciembre de 2012 con todas las expectativas favorables, empresarios optimistas, confianza del consumidor alta, numerosos titulares hablando de las reformas mexicanas que se venían de apertura del sector energético.
La euforia y techo del EWW ETF de México ocurrió arriba de 76 dólares junto con el piso del dólar en 11.95. Desde allí, el EWW se desplomó a niveles de 42 dólares perdiendo 44% de su valor y recortando el 62% exacto de Fibonacci de lo que había subido desde 2009 a 2013.
Hablando de psicología de masas, 2013 marcó el mejor registro de aprobación de Peña Nieto, la caída de la Bolsa en dólares y la subida de dólares fue coincidente con su caída en popularidad. Algunos medios decían que al comenzar 2017 su popularidad era del 12%, una de las más bajas de los presidentes en ejercicio.
En dicho momento de baja popularidad y en medio de grandes temores por la elección de Trump, el presidente estadounidense más animoso con México, los miedos invadieron a los mexicanos, el dólar se fue a 22.03 y el EWW en 42, y allí emergió la gran oportunidad de 2017 en donde tanto la Bolsa en dólares EWW como el peso han tenido fuertes ganancias.
Cada vez que el pesimismo se agudizó como en los comienzos de 2017, la asunción de Trump fue compra de Bolsa y venta de dólares. Cada vez que la euforia se exacerba, como en 2007 y 2008 con un dólar en 9.95 y una Bolsa en niveles altos e históricos, se produce la venta de Bolsa y compra de dólares.
En resumen, cuando los inversores se llenan de euforia uno debe pensar que los mercados son cíclicos y vendrá un momento malo; cuando todo parece mal como ocurrió a fines de 2016 y 2017 para México, vino la oportunidad.
El pensamiento lineal le hará a usted comprar cuando el dinero menos informado compra y el astuto vende; y le hará vender cuando el astuto compra y el menos informado vende. En los picos los mercados se bañan de euforia y en los valles de miedos y pánicos.
México puede dar como lo relatado en el libro El poder de los Mercados, fe de ello…
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