OPINIÓN: Kushner seguirá en el círculo de Trump porque nunca le ha sido desleal
Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) — Tras salir airoso de un viaje de nueve días por el extranjero con tan solo unos cuantos tropiezos atribuidos al agotamiento, el presidente de Estados Unidos regresó a una Casa Blanca en crisis. En su ausencia, los escándalos (que podrían resumirse bajo el titular: Trump y Rusia) ahora amenazan al principal asesor de Donald Trump, quien también es su yerno .
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En cualquier otro gobierno, un funcionario que se vuelve blanco de una investigación sobre la posible manipulación de las elecciones por parte de una potencia extranjera se encontraría con que ya no es bienvenido en el despacho oval.
En el gobierno de Trump, en el que el presidente está dispuesto a confiarle a su yerno inexperto una gran responsabilidad, hay que esperar que las cosas sigan como siempre. Según el Washington Post , aunque es probable que Kushner haya traicionado a su país al buscar y luego ocultar sus contactos con rusos sospechosos, seguirá siendo parte del círculo más íntimo de Trump porque nunca le ha sido desleal.
Para entender la situación de Kushner, primero hay que entender el código que gobierna al mundo de Trump. Desde el punto de vista de Trump, las demostraciones de lealtad son lo más importante; quienes le demuestran su lealtad recibirán más responsabilidades y más recompensas.
nullKushner, quien se ganó la confianza de Trump durante la campaña de 2016, se abrió paso hacia la primacía pasando por encima de Steve Bannon, el protegido de Trump. Sin embargo, es probable que Trump, quien se describe como luchador, admire esta clase de agresividad. En combinación con el apoyo constante de Kushner durante y después de la campaña, Kushner quedó marcado como auténtico partidario de Trump.
Antes de la presidencia, Trump el empresario buscaba a aquellos que seguramente darían prioridad a su jefe. Cuando contrataba a alguien, valoraba menos la experiencia o la educación que la disposición a usar cualquier medio necesario para cumplir una orden.
Un buen ejemplo de ello es el de Matthew Calamari, a quien contrató como guardaespaldas en 1981 porque lo vio taclear a unos aficionados desordenados en los partidos de tenis del Abierto de Estados Unidos. Calamari ha estado con Trump desde entonces y llegó al cargo de director de operaciones. Ahora, su hijo también trabaja para la organización. Con Calamari y su hijo, Trump siguió el patrón de adiestrar a la gente relacionada con él desde temprana edad, lo que significa que los prepararía para que entraran en un molde determinado.
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Trump también entrenó a sus hijos Ivanka, Eric y Donald. Ya de adultos, los instaló en oficinas en el piso debajo de la suite ejecutiva de su padre. Nunca manifestaron públicamente su desacuerdo, con lo que demostraron su lealtad y llegaron a ser sus socios más poderosos. No sorprende que la hija favorita de Trump, Ivanka, tenga una oficina en la Casa Blanca ni que su esposo, Jared, sea el primero de los tres principales asesores de la Casa Blanca.
Aunque Trump no lo crio, los antecedentes de Kushner indican que combinaba bien con el estilo de liderazgo de su yerno. También proviene de una familia dedicada a los bienes raíces que aprecia mucho la lealtad. Durante la campaña, cuando le preguntaron que explicara por qué prefería a Trump, Kushner respondió: " La familia es primero ".
Desde que llegó a la Casa Blanca, Kushner nunca se ha salido de su personaje en público. Sereno y sin expresión alguna, con el cabello, la piel y la ropa perfectos, como si fueran de porcelana, nunca revela sus pensamientos, sus sentimientos ni sus opiniones. Aunque hay quienes suponen que Kushner trata de moderar a Trump, algunos reportes recientes indican que a veces puede fomentar los peores instintos de Trump.
Según el New York Times, se dice que Kushner insistió en que despidieran a James Comey, el director del FBI. Parece que también quería que Trump se opusiera a la designación de Robert Mueller como fiscal especial asignado a la investigación del desastre de Rusia.
nullComo Kushner es leal, los contactos que tuvo con los rusos, tanto durante como después de la campaña, deben interpretarse como una expresión de las prioridades del mismo Trump. Desde hace tiempo, Trump ha manifestado que admira a Vladimir Putin, el líder autócrata de Rusia y relegado internacional. Cuando Kushner se reunió con el embajador de Rusia en Estados Unidos y con el banquero de Putin, Serguei Gorkov, hizo una maniobra tan arriesgada que bien podría haber sido idea del mismo Trump.
El exdirector interino de la CIA, John McLaughlin, dijo que si Kushner hubiera sido un agente de la CIA y se hubiera puesto en contacto con los rusos para establecer un canal secreto de comunicaciones, se habría considerado espionaje . Pero cuando menos, estos actos indican que Kushner es ingenuo e insensible a la clase de actos que constituyen traición a su país.
Hay que preguntarse por qué Kushner habría corrido ese riesgo, particularmente con los rusos. Es ilustrativo saber que seguramente creía que el hombre que pronto asumiría la presidencia de Estados Unidos siempre lo apoyaría. Kushner podría actuar con base en esa suposición porque Trump generalmente ha sido leal con quienes le son leales.
Sí, Trump ha despedido a directores de campaña y a asesores como Corey Lewandowski y Roger Stone, pero en privado sigue en contacto con ellos. Stone en particular ha surgido una y otra vez en los dramas políticos de Trump, lo que demuestra que si el jefe cree que lo que más te importa son sus intereses, siempre habrá un cargo para ti. Además, el nombre de Lewandowski está sonando para un cargo nuevo en la Casa Blanca.
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Cuando Trump era el único propietario de su negocio familiar, la lealtad era el requisito más importante para quienes trabajaban para él. El problema en ese entonces, al igual que ahora, es que en un régimen en el que la lealtad es lo más importante, es necesario que los subalternos dejen en segundo plano otras consideraciones vitales (los hechos, la ética e incluso la ley).
Una organización privada puede operar con éxito en estas condiciones, pero como indican las muchas bancarrotas de Trump, hasta los que están dedicados en cuerpo y alma al régimen de un hombre harían bien en escuchar los consejos de quienes tienen estándares más altos.
En la política y en el gobierno, los hombres como Richard Nixon son ejemplos trágicos de los límites de la lealtad a una persona. La desgracia en la que cayeron Nixon y a sus asistentes, quienes querían cometer y luego encubrir los delitos de Watergate, fue el triunfo del Estado de derecho y de los valores de la democracia, que demostraron que son más fuertes que el culto a la personalidad que se había formado alrededor del presidente.
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La lealtad extrema es una trampa para todos los involucrados. Motiva a la gente a estirar y a romper las reglas y a seguir haciéndolo aun cuando el sentido común y la ley dictan un curso nuevo, más honesto. Trump y Kushner ahora están atrapados, juntos.
Se espera que el fiscal especial Mueller y sus investigadores, que no son parte del mundo de Trump, sean leales a la ley y a los hechos. En algún momento, su trabajo podría obligar a escoger entre Kushner y Trump. Si la familia (o en este caso, Trump) es primero, Kushner tendrá que sacrificarse.
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