OPINIÓN: Trump les está haciendo a los 'dreamers' lo mismo que le hicieron a él

Nota del editor: Michael D'Antonio es autor del libro Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success (editorial St. Martin's Press). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — Para entender por qué el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, podría rescindir un programa que protege a casi 800,000 inmigrantes indocumentados, es útil reconocer dos de sus rasgos más marcados. El primero es que está convencido, como me lo explicó en 2014 , de que "la mayoría de la gente no merece respeto". El segundo es su profundo temor a los demás humanos… al menos a los que no se le parecen.

Trump dedicó los 35 años previos a su llegada a la Casa Blanca a evitar el contacto con cualquier persona a la que no hubiera invitado. El símbolo de la ansiedad de Trump fue la torre de 66 pisos que construyó en la Quinta Avenida de Nueva York. Su pent-house estaba separado del mundo, tenía guardias y varias barreras de seguridad; no tenía que arriesgarse a ver a nadie que no trabajara para él en su camino hacia su oficina, unos pisos más abajo, que también estaba custodiada por hombres armados.

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La torre Trump es una jaula de oro, una fortaleza que revela el miedo que este hombre tiene a la humanidad. "El hombre es el más cruel de todos los animales", dijo a la revista estadounidense People en 1981, mientras emprendía una carrera de conflictos constantes por dinero, propiedades y fama.

No es casualidad que su frase favorita para televisión ("Estás despedido") indique el golpe final a los concursantes del programa The Apprentice que, en su opinión, habían fallado. En el programa, la tensión que precedía al veredicto y el sufrimiento de los condenados eran una especie de ejercicio depravado que el conductor claramente disfrutaba.

La exclusión que a Trump le gustaba aplicar al despedir a la gente en televisión refleja una forma de ver la vida que adoptó desde que entró al negocio familiar. En su mundo aislado, las opiniones de Trump se afianzaban una y otra vez hasta que se transformaron en una perspectiva dura que lo llevó a describir las condiciones en la frontera con México con palabras perturbadoras. "Todo entra por la frontera: los ilegales, los autos, todo. Es un gran desastre. Es como vómito".

nullMeses después de su comentario del vómito, Trump comenzó su campaña presidencial contra los inmigrantes indocumentados; afirmó que los mexicanos "traen drogas. Traen delincuencia. Son violadores". Unas semanas después, agregó, con elocuencia germofóbica , que "de igual forma, entran por la frontera enfermedades infecciosas tremendas". No hay pruebas que respalden las afirmaciones de Trump sobre la delincuencia o las enfermedades, pero esto no le ha impedido usarlas para provocar que los demás también tengan miedo.

Gran parte de la campaña de Trump se dedicó a establecer una dinámica de "nosotros contra ellos", lo que significaba que el lado de Trump, compuesto en gran medida por estadounidenses blancos, estaba en guerra con la oposición, compuesta de estadounidenses hispanos y musulmanes, la prensa y los extranjeros.

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Entre los que prometió rechazar estaban los jóvenes protegidos por el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) de Barack Obama, que les dio a las personas que llegaron a Estados Unidos con sus padres indocumentados un fundamento legal para quedarse. Trump justificó la estrategia excluyente y dijo que era un imperativo patriótico. "Tenemos un país o no", explicó durante la campaña . "Tenemos fronteras o no las tenemos".

Se dice que a Trump le costó trabajo tomar la decisión de rescindir el DACA, lo que no prueba que estuviera indeciso. Es mucho más probable que entendiera la política de la cuestión y que estuviera comparando los beneficios de cumplir una promesa de campaña con la posibilidad de ampliar sus bases de apoyo perdonando a los dreamers.

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Tal vez tomó la decisión porque se dio cuenta de que necesita que sus partidarios más importantes confíen en que sigue siendo el hombre furioso y antiinmigrante al que vieron en la campaña. Además, Trump perdió a todos lo que pudo haber ganado si hubiera perdonado a los dreamers cuando indultó al alguacil Joe Arpaio .

Aunque estas personas indocumentadas generalmente son miembros íntegros de la sociedad, los atormenta que Trump haya prometido en la campaña que los deportaría; los atormenta depender de una medida que tomó su predecesor. Desafortunadamente, parece que a Trump lo mueve el objetivo singular de revocar todo lo que hizo el gobierno anterior. Fue Obama quien incluyó a los dreamers en el tejido social estadounidense, así que Trump está decidido a excluirlos.

Parece que hay algo en la exclusión (del tipo que se aplica en los clubes privados y en los centros vacacionales de lujo) que complace a Trump a nivel elemental. Durante las horas que pasamos juntos, mientras escribía su biografía, se mostraba más animado cuando hablaba de sus clubes costosos como Bedminster, que tiene un helipuerto privado, o de Mar-a-Lago, cuya membresía cuesta ahora 200,000 dólares y tiene cuotas anuales de 14,000 dólares.

Los clubes de Trump no son exclusivos como lo son las universidades de la Ivy League o la Academia Estadounidense de Ciencias. Esas augustas instituciones valoran los méritos y recompensan los logros, el talento y el carácter expresado a través del servicio. Por otro lado, cualquier persona que tenga el dinero necesario puede entrar en la órbita de Trump.

Los registros de los clubes de Trump no son públicos, pero la prensa logra echar un vistazo de vez en cuando . En enero de 2017, se publicó un aviso de bienvenida para los miembros nuevos de Mar-a-Lago, en Palm Beach. Había 30 apellidos, ninguno de los cuales era hispano. En la lista del verano de 2016 había otros 30 apellidos. Uno era de origen español.

nullTrump recibe a la gente con apellidos españoles si pueden pagar el precio de entrada a Mar-a-Lago, pero su gobierno no da la bienvenida a los beneficiarios del DACA que quieren contribuir con su vida a Estados Unidos. Los rechaza por miedo. Como su humanidad no basta para merecer su respeto, no les muestra piedad.

Si te preguntas de dónde surge este punto de vista tan sombrío, piensa en lo que Trump vivió cuando era adolescente. Cuando tenía 13 años, su padre lo desterró repentinamente por mala conducta y lo envió a una academia militar; según él, los militares veteranos que dirigían el lugar lo trataron muy cruelmente. "Te sacaban el diablo a golpes", me contó.

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¿Qué lección podía aprenderse de esta experiencia que no fuera que los seres humanos son crueles y que la exclusión es una herramienta adecuada de control social? Ahora que es el padre simbólico de la familia estadounidense, les está haciendo a los dreamers lo mismo que le hicieron a él.

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