Deportaciones masivas: amenaza incumplida en los primeros 100 días de Trump
Aunque el discurso antiinmigrante de Donald Trump ha provocado un ambiente de tensión entre la comunidad mexicana en ese país, no se han dado las temidas deportaciones masivas. De hecho, en el arranque de su gobierno, el nuevo presidente deportó a menos de la mitad de mexicanos respecto a los expulsados por la administración de Barack Obama.
De acuerdo con los datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, mientras en los primeros dos meses de la Presidencia de Trump fueron retornados a México 24,798 connacionales, en el mismo lapso de los dos periodos de gobierno de Obama fueron expulsados 121,205 (en 2009) y 65,792 (en 2013) migrantes.
Lo anterior, significa que con Trump se ha reducido las deportaciones en 79.5%, comparado con el primer mandato de Obama y 62.3% menos si se compara la cifra con el primer al bimestre de su segundo mandato.
La tendencia no es nueva. Se trata de un descenso que se mantiene en las estadísticas de manera evidente al menos desde 2009, es decir, desde el primer año de gobierno del demócrata.
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Dicha baja alcanzó un mínimo de 12,000 en los primeros dos meses bajo la administración del republicano Trump, si bien en estos 100 días se han registrado casos simbólicos de expulsión , como el de Maribel Trujillo —madre y sostén de cuatro menores estadounidenses, quien sin antecedentes penales fue detenida la semana pasada en su hogar en Ohio, y posteriormente deportada— o el de Juan Manuel Montes Bojórquez —joven de 23 años adherido al programa de Obama Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) quien fue detenido en febrero en California.
“Ha habido casos muy sonados por lo atípico, pero las cifras no nos dan un respaldo con lo que se ha dicho a nivel público por parte del presidente Trump. Qué bueno que sea así, pero no hay que bajar la guardia”, dice a Expansión el senador independiente Armando Ríos Piter, quien impulsó la Operación Monarca para reforzar con financiamiento extra y acciones legislativas, la protección de mexicanos en EU.
Este fenómeno ya está cambiando paradigmas. Los mexicanos han dejado de ser por primera vez — en al menos una década— la mayoría de los indocumentados en EU.
De cuerdo con el más reciente análisis del Pew Reserch Center, éstos conforman el 50% del total de las personas con estancia irregular. Se calcula que 5.6 millones de connacionales se encuantran en esta condición migratoria de los 11.3 millones de “sin papeles” que hay en la Unión Americana y que provienen de todo el mundo.
CAUTELA
Las primeras acciones de Trump, a través de sus órdenes ejecutivas, y aún antes desde sus planteamientos de campaña y declaraciones que caracterizaban a algunos migrantes como ‘bad hombres' , perfilaban una ola de deportaciones durante su gobierno, misma que no se ha dado, según los datos migratorios más actualizados por las autoridades mexicanas.
¿Hubo un viraje en la política de Trump? La sensación en el terreno no es de alivio, pese a esta información.
“Todavía no hemos visto subir los números de deportaciones, sin embargo sí vemos a una comunidad mucho más activa, mejor informada y, desde luego, preocupada”, dice a Expansión Claudia Franco, cónsul en Phoenix, uno de las cuatro sedes de México en Arizona y que tiene bajo su responsabilidad la atención potencial de más de 1 millón de connacionales.
La diplomática agrega que trámites como registros de nacimiento se han sextuplicado, al pasar de un aproximado de cinco a alrededor de 30 al día. “Para los padres indocumentados, el que su hijo tenga un registro de nacimiento mexicano facilita mucho la reunificación en caso de deportación”, explica al hablar del temor latente de los migrantes de ser retornados al país.
Las precauciones ante lo peor parecen extenderse por toda la geografía estadounidense. Desde el otro extremo de la Unión Americana, el cónsul en Boston, Emilio Rabasa Gamboa, coincide con el diagnóstico.
“Hay un clima tenso entre la población (...) Esto ha generado un incremento en estos meses, en mi demanda de registros de nacimiento, del orden de 250%, lo cual me da mucho gusto”, indica en entrevista por separado el funcionario, bajo cuya jurisdicción está un estimado de más de 70,000 mexicanos en Massachusetts, Vermont, New Hampshire, Maine y Rhode Island.
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Para afrontar estos retos de protección a los mexicanos en EU, el Estado aprobó una ampliación presupuestal para la red de 50 consulados de más de 1,000 millones de pesos, provenientes de la donación de los recursos originalmente asignados para la ampliación de la sede del Instituto Nacional Electoral (INE) . Legisladores de oposición —como el senador Ríos Piter— y funcionarios consulares —a través de vías extraoficiales— han manifestado preocupación por considerar que estos recursos no están siendo aplicados con el sentido de urgencia requerido.
Promesas inviables
El cónsul Rabasa Gamboa explica que el contraste entre el ambiente hostil de la llamada “Era Trump” y el descenso en el número de deportaciones se debe a una serie de factores económicos, políticos y jurídicos, pero no una inflexión de la administración de cara a la inmigración.
“No lo interpreto como una graciosa concesión de parte del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EU, por sus siglas en inglés), sino como resultado de una muy fuerte presión social que se ha traducido en diversas acciones en diversas ciudades, por ejemplo las decisiones de algunos gobernadores y alcaldes de declarar sus ciudades como santuario, y que se ha extendido a algunas universidades”, comenta vía telefónica.
El funcionario ilustra estas razones: la economía de Vermont —famosa por sus yogurts y helados—descansa fundamentalmente en las granjas lecheras.
“La industria lechera, en un alto porcentaje, 60-70%, depende de mano de obra mexicana, de jóvenes entre los 20-25 años que vienen de Chiapas, Campeche, Veracruz, que vienen a ordeñar vacas. De las 5 de la mañana a las 5 de la tarde casi non-stop. Estamos hablando de una fuerza de trabajo de unos 1,700-1,800 jóvenes que sostienen a esta industria. Si se deportara a esos jóvenes, si se aplicara a rajatabla las órdenes ejecutivas de deportación de indocumentados —todos son indocumentados— se desplomaría la industria lechera de Vermont porque no tendrían con qué sustituirla. La mano de obra local no está interesada en este tipo de trabajos”, abunda Rabasa Gamboa.
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Otra explicación es la complicación práctica de llevar a cabo una política de deportaciones masivas de un sector que forma parte de la economía estadounidense. El cónsul Rabasa Gamboa habla sobre estas trabas logísticas: “¿Te imaginas lo que se requeriría en cuanto a elementos humanos, equipo y espacio en las estaciones migratorias para deportar a 11 millones de humano? ¡Imposible!”, enfatiza.
El senador Ríos Piter coincide con la conclusión: los primeros 100 días de Donald Trump son indicativos de la incapacidad de aterrizar planteamientos “poco afortunados e irracionales”.
“El discurso utilizado en campañas y la hostilidad que buscó tener contra México encuentra una grave imposibilidad por lo inviable y lo equivocado que fue como planteamiento político”, afirma.
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