Un caso de suicidio en EU expone los riesgos del ‘texting’
Sus mensajes de texto estaban destinados sólo para quedarse entre ellos. Pero ahora, cientos de los mensajes íntimos que intercambió una joven pareja han sido expuestos como el centro dramático de un juicio que podría terminar encarcelando a una mujer por años, luego de que su novio se suicidara.
El caso que se desarrolla esta semana en un tribunal de Massachusetts deja al descubierto los grandes desafíos que plantean los mensajes de texto, a diferencia de una conversación por teléfono o cara a cara para los adolescentes. Casi el 60% de ellos asegura que ésta es la principal forma de comunicación que utilizan en sus teléfonos inteligentes, según los expertos.
“Los mensajes que se entregan electrónicamente son muy poderosos”, indicó Bárbara Greenberg, psicóloga de infantil y de adolescentes. “Los jóvenes no son conscientes de lo poderosos que son sus mensajes y de cómo estos pueden impactar a otros”, agregó.
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Las cuestiones clave de los mensajes de texto entre adolescentes incluyen la expectativa de que sus palabras no sean leídas por otros amigos ni por sus padres y potencialmente tampoco por la policía; la malinterpretación del tono y dirigir la presión de grupo y otros obstáculos propios de la edad, según lo que los expertos le explicaron a CNN.
Mientras las dificultades de los mensajes de texto aparecen de maneras pequeñas cada día, también han sido reveladores en otros casos trágicos que se centraron en la charla virtual de los adolescentes. Las palabras que intercambió un grupo de amigos de secundaria, detallando una noche con exceso de alcohol y en la que hubo un abuso sexual, fueron determinantes para las acusaciones de violación en Steubenville, Ohio, durante 2013. Y una supuesta broma enviada a través de un mensaje de texto habría llevado este año al suicidio de un niño de 11 años en Michigan.
Los fiscales en Massachusetts han descrito un torrente de mensajes de texto que la acusada, Michelle Carter, le envió a su novio, Conrad Roy III, presuntamente alentándolo a quitarse la vida. Roy, quien en 2014 tenía 18 años, murió después de inhalar monóxido de carbono dentro de su camioneta. Carter, ahora de 20 años, está siendo juzgada en un tribunal de menores debido a la edad que tenía cuando ocurrió del presunto crimen.
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No es necesariamente un espacio seguro
Algunos adolescentes consideran que los mensajes de texto o texting son un espacio ‘más seguro’ para hablar de temas sensibles, señaló Michele Ybarra, presidenta y directora de investigación del Centro de Investigación en Salud Pública Innovadora y profesora adjunta de la Universidad Johns Hopkins.
“Tú puedes abordar el tema y no tiene que ser algo tan grave”, le explicó Ybarra a CNN. “Y se lo puedes mandar a la otra persona, aunque no estén necesariamente en el mismo lugar”, añadió.
Los adolescentes también creen que el texting resulta mucho más privado de lo que realmente es, según lo que Ybarra y sus colegas investigadores han encontrado.
En un estudio, los adolescentes fueron divididos en parejas y se les dijo que Ybarra y su equipo iban a monitorear el intercambio de mensajes de texto que tuvieran. Aunque algunas parejas parecían conscientes de tener una audiencia más amplia mirando de cerca sus conversaciones, otros eventualmente ahondaron en temas bastante personales.
"Hay una intimidad que se asume cuando te comunicas con alguien en un nivel de uno a uno y la tecnología no reduce eso", manifestó Ybarra.
Las comunicaciones de Carter con Roy durante el día que él murió también incluyen una llamada telefónica de 46 minutos, según revelaron los fiscales. Si bien Ybarra advirtió que dicha interacción podría haber desempeñado un papel importante en la decisión de Roy de quitarse la vida, la experta reconoció que no le sorprendería si el contenido de la llamada reflejaba los mensajes de texto de la pareja.
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Según ella, los temas suelen cruzar a menudo las diferentes formas de comunicación.
“Lo que es único es que las huellas digitales de los mensajes de texto permanecen”, añadió antes de destacar que “cuando consideras casos como este u otros donde el daño llegó a una persona, la huella digital que dejan los mensajes de textos se convirtió en una herramienta increíblemente útil para la policía y para los fiscales".
Bajo presión
Durante el desarrollo, los adolescentes luchan con la identidad, el control de los impulsos y el hecho de considerar las consecuencias de sus actos, explicaron los dos expertos. Y esos asuntos pueden enlodar las aguas de la comunicación en cualquier medio.
“Esa es una receta para la vulnerabilidad y la presión de grupo”, sostuvo Greenberg quien trabaja en Nueva York y Connecticut.
La dificultad para controlar sus ansias hace que sea más probable que los adolescentes caigan en un impulso que, según los estudios, también afecta a los adultos: “escribir y enviar algo en una pantalla que nunca dirían en persona”, señaló Ybarra.
“Creo que los estímulos visuales, como las señales no verbales, es decir, de interacción cara a cara, pueden ser increíblemente poderosos”, indicó. “Algunas veces a las personas se les puede dificultar acceder cuando hay una pantalla”.
Otra área delicada en los mensajes de texto es el tono, afirmó Greenberg: “los mensajes que tienen la intención de ser positivos usualmente son interpretados como neutrales y éstos suelen leerse como palabras negativas”, le expuso a CNN.
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“El tono se malinterpreta en las conversaciones entre adolescentes, no están necesariamente entregando el tipo de mensajes que quieren entregar”, aseveró.
La rápida naturaleza del texting, que particularmente niega a los adolescentes el tiempo para reflexionar sobre los mensajes que envían, no ayuda al asunto, agregó.
Supervisar y hablar
Aunque los jóvenes se enfrentan a retos delicados al comunicarse por mensaje de texto, eso no significa que los adolescentes, especialmente los mayores como Carter, no deban ser considerados responsables por sus acciones, aseguró Greenberg.
"Algunas veces, porque sentimos que son adolescentes y sus cerebros no están completamente desarrollados, les quitamos más responsabilidades de lo que realmente debemos”, indicó.
"A los 17 años, una adolescente tiene la voluntad de ser sensato, tiene la habilidad y la capacidad cerebral para saber lo influyente que es", explicó Greenberg, refiriéndose a Carter.
Para ayudar a los adolescentes a sortear estas situaciones, los padres deben supervisar sus comunicaciones a un nivel que se adapte a la dinámica familiar, dijeron los expertos.
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Y debido a que los temas de las conversaciones en persona pueden trasladarse a los mensajes de texto y a las redes sociales, los padres tienen el deber de hablar con los adolescentes sobre las relaciones saludables y el acoso, señaló Ybarra.
"La forma en que pensamos sobre los mensajes de texto es que están integrados a nuestras vidas", añadió, "y las conversaciones que estamos teniendo con nuestros adolescentes deben estar más integradas en sus vidas", concluyó.