Sin embargo, no existen reglas estrictas cuando llega el momento de determinar el nivel correcto de riesgo. Además de comprender a sus clientes, los asesores deben contar con una estrategia sofisticada preparada para la gestión del riesgo.
Cómo explorar las técnicas de gestión del riesgo
Hay múltiples enfoques para la gestión del riesgo, pero la base de cualquier estrategia de gestión del riesgo debería ser garantizar que la cartera esté bien diversificada al invertir en una variedad de clases de activos, industrias y geografías.
Los asesores también deben comprender cómo cada inversión encaja en la cartera de un cliente, qué podría causar que el valor de esta suba o baje, y cómo ésta cumple los objetivos de inversión generales del cliente. Fundamentalmente, esto significa llevar a cabo un riguroso proceso de diligencia debida cuando se seleccionan las posibles inversiones.
Los asesores con acceso a modelos estadísticos informatizados pueden aplicar un enfoque que pone al riesgo en primer lugar, al usar un análisis basado en tenencias para evaluar el riesgo. Este tipo de análisis examina los valores subyacentes de una cartera y considera sus tenencias actuales, en lugar de sus rendimientos pasados.
La combinación de un enfoque basado en tenencias, con otras estrategias de rendimientos permite que los asesores comprendan mejor el riesgo total de la cartera y si este tiene probabilidades de permanecer dentro del nivel de tolerancia al riesgo de un cliente.
Planear para lo desconocido
La buena gestión del riesgo significa prepararse para lo inesperado. Favorecer profundamente los activos para los que se espera un mejor desempeño mientras que se evitan aquellos que históricamente tienen un desempeño inferior puede parecer intuitivo, pero esta técnica no protege a las carteras.
Si esas suposiciones de rendimiento son incorrectas (por ejemplo, porque el mercado experimenta un cambio repentino), es probable que la rentabilidad de la cartera muestre una fluctuación.