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¿Qué no debes hacer en tu último día de trabajo?

Sin importar si la salida de la empresa tiene que ver con un despido o una renuncia, los expertos aseguran que mantener la calma y solo emitir comentarios positivos en la mejor forma de decir adiós.
jue 03 octubre 2019 05:00 AM

“Yo no tendré que aguantar más a mi jefe. A ver qué van a hacer ahora que me vaya. Empresas hay muchas, encontraré algo mejor”. Estas son las frases que escucha Roberto Ventura, socio director de NEOS RH Consultores, cada vez que realiza entrevistas de salida a los colaboradores que deciden cambiar de empleo.

Según el especialista en capital humano, de cada 10 trabajadores que abandonan una compañía —ya sea por renuncia o por despido—, tres terminan en malos términos con sus superiores, lo que los lleva a emitir malos comentarios.

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“La reacción del trabajador depende del contexto. Por lo regular cuando hay una desvinculación por parte de la empresa, la persona tiende a hacer comentarios fuera de lugar que pueden contaminar el ambiente laboral”, comenta Ventura.

Salvador De Antuñano, director de la firma de recursos humanos Adecco México, explica que el problema es que las personas no están preparadas emocionalmente para asumir una desvinculación laboral, mucho menos cuando se trata de un despido. “Aunque esté justificado, decirle a un trabajador que ya no forma parte del equipo, le genera estrés”, indica.

Por eso, lo más importante es terminar la relación laboral de manera profesional, lo que implica evitar los comentarios negativos, tanto para los compañeros de trabajo como para los líderes. La comunicación debe ser clara, asegura Carlos Eduardo Escalante, consultor de talento de Manpower Group.

En este sentido, los especialistas consultados explican que estas son las seis cosas que no deben hacer los colaboradoras en su último día de trabajo:

1. Perder la tranquilidad

Debe reinar la inteligencia emocional para que la persona esté serena al momento de entregar el puesto. Para escuchar los acuerdos, gratificaciones y ceder la batuta de manera neutral, lo más recomendable es agradecer y despedirse sin llegar a ser agresivo o tratar de justificar su salida con el resto de los compañeros.

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2. Quedar en malos términos

Las organizaciones siempre buscan encontrar las mejores referencias de las personas que están en un proceso de selección. Si un candidato no tiene un historial de buen comportamiento, ni de una relación cordial en su empleo anterior, entonces tiene un punto en contra versus otros postulantes, por lo que se vuelve más difícil colocarse en el mercado laboral.

3. Hablar mal de la empresa o de los compañeros

Es una realidad que siempre habrá algo que no agradé del todo a un colaborador, ya sea la personalidad de algún compañero, los procesos de trabajo o el salario. Sin embargo, lo que quiere saber un futuro reclutador es cómo esa persona reaccionó en su último día de trabajo, cómo se relaciona con los demás, si sabe manejar emociones y si su desvinculación impactó positiva o negativamente en su discurso.

4. No cumplir con un plan de transición

Todos los colaboradores que son parte de una empresa son prestadores de servicios. En este sentido, es oportuno cumplir con las entregas acordadas con el jefe inmediato hasta el último día en que se está contratado. Incluso, los especialistas aseguran que mostrar disposición para consulta de dudas posterior a la salida de la compañía es un punto extra para futuras contrataciones.

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5. Mentir en la entrevista de salida

Es oportuno responder de manera objetiva y basada en hechos y evidencias que permitan mejorar a la empresa. Cuando un trabajador vierte comentarios negativos o de opinión sin sustento, queda al descubierto que no posee un balance en su inteligencia emocional y puede ser un impedimento para que regrese a la institución.

6. Cerrarse la puerta

Cuando se trata de una renuncia y no de un despido, es crucial que el trabajador no diga por qué considera que es mejor la empresa a la que se va. Dentro de la movilidad de talento, es posible que un trabajador se reintegre a una empresa de la que salió. Por ello es importante no cerrarse la puerta y salvaguardar la buena relación con la institución, independientemente del motivo de la desvinculación.

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