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“Nos tomó un año encontrar empresas que quisieran apoyar la película”

Financiar "El Baile de los 41" ha sido el mayor reto para su director, David Pablos. Solo Cinépolis y Netflix apoyaron su producción, garantizando también su exhibición, tras un año de tocar puertas.
vie 30 octubre 2020 04:29 PM
David Pablos
David Pablos, director de “El Baile de los 41”.

El director de cine, David Pablos, presenta su tercera película, “El Baile de los 41”, que cuenta un capítulo de la historia –aunque no hay certeza sobre su veracidad- que los libros de texto han omitido. Lo hace, según sus palabras, tomándose algunas licencias históricas a la hora de recrear el Porfiriato.

Su objetivo no es ser fiel al suceso, que fue caricaturizado por los cronistas de entonces, sino señalar el supuesto abuso y represión que sufrieron un grupo de hombres, en 1901, por el hecho de ser homosexuales.

Esos personajes existieron en realidad, por lo que la historia bien podría ser cierta. Sin embargo, la moral de aquellos años y el detalle de que fueran de la alta sociedad, incluido el yerno del entonces presidente mexicano, hicieron que este escándalo fuera borrado de la memoria colectiva.

Solo Cinépolis y Netflix decidieron apoyar su producción, garantizando también su exhibición, tras un año de estar tocando puertas en busca de fondos.

El film cerrará este año el Festival Internacional de Cine de Morelia, y estará disponible en salas de cine a partir del 19 de noviembre. En el primer trimestre de 2021, “El Baile de los 41” será accesible a través de Netflix en todo el mundo.

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Expansión: ¿Por qué decides llevar la historia del “baile de los 41” a la pantalla?
David Pablos: Esta es una historia presente en el imaginario colectivo y, al mismo tiempo, escondida. Es un capítulo del que no se habla en las escuelas. Yo me enteré de esta historia hace muchos años y me impresionó. Es el gran escándalo del siglo XX. Siempre me pareció que merecía contarse en pantalla grande, por lo que representa en un país tan machista y con tanta cerrazón. Para mí, es importante contar una historia de amor entre hombres desde una parte digna, humana, no desde la caricatura como se hizo en su época.

E: ¿Crees que la película va a cambiar la visión que todavía muchos mexicanos tienen sobre la diversidad sexual?
DP: No quiero darle mayor importancia a mí película de la que tiene. Es un producto que será mediático y consumido, pero me queda claro que el arte no necesariamente cambia el mundo. El cine puede conectar con un público, generar diálogos y reflexión, pero no va más allá de eso. Mi película, en ese sentido, es un granito de arena en una lucha a la que le queda mucho camino por delante. El entender la gran carencia que existe en nuestro país de cine con temática LGBT, fue un gran motor para hacer la película. A veces, uno piensa que nuestra sociedad no es tan cerrada, pero me convencí de que así es, al hacer esta película.

E: ¿Cómo has conseguido documentar los hechos, habiendo tan pocas crónicas que hablen del suceso con veracidad?
DP: Investigamos todo lo que pudimos. Sobre la historia de los 41 hay muy pocas certezas, ni siquiera se puede comprobar que Ignacio de la Torre, yerno de Porfirio Díaz, estuviera ahí. Hay una novela, de 1907, que se titula “El baile de los 41”. Es increíblemente moralista, juzga a los personajes homosexuales y los ridiculiza. Las escasas notas periodísticas manejan un tono muy similar, rayan la caricatura. Se ve claramente que muchas de las cosas son inventadas, así que supimos que tendríamos que ficcionar, que darnos algunas libertades. Esta es una interpretación de la historia y del Porfiriato.

E: ¿Por qué no elegiste a actores homosexuales como protagonistas para contar esta historia, algo cada vez más habitual en Europa o Estados Unidos?
DP: He recibido críticas por eso, es algo que ya me veía venir. Para mí, lo más importante a la hora de elegir a mis protagonistas es que sean buenos actores. Luego, que tengan rasgos de los personajes. Hay algo de ese personaje que debe estar vivo, porque eso se vuelve un gancho, a partir de ahí puedes conectar. Necesitaba actores que tuvieran una química muy fuerte, que fueran generosos, que estuvieran dispuestos a llegar a donde hubiera que llegar. En ningún momento, para mí, el ser homosexual fue un requisito para interpretar a esos personajes.

E: Muchos de tus otros actores no son profesionales, algo característico de tus películas. ¿Cómo fue el proceso de casting?
DP: Como director, me interesa poner caras nuevas en cine, algo que hace mucha falta en México. Al buscar hombres gay para conformar la mayoría de este grupo, me encontré las puertas abiertas. Cuando mezclas actores profesionales con actores naturales sucede magia y fue lo que sucedió. Seleccioné muy minuciosamente a cada uno, como si fueran los protagonistas. Hice muchas sesiones de trabajo, distintas dinámicas y ejercicios, para ver cómo se relacionaban, cómo fotografiaban, sus personalidades. Buscaba diversidad de genotipos, de edades, de masculinidades. Uno de mis directores de casting llegó a contactar con algunos por Grindr e Instagram.

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E: Con esta película, exploras un género cinematográfico nuevo para ti. ¿Qué ha sido lo más difícil?
DP: Se puede decir que me he salido del patrón de películas que había hecho antes. Eso representó muchos retos técnicos, pero la manera de trabajar, en esencia, fue la misma. Un director debería ser capaz de explorar cualquier género cinematográfico. Me enoja que me encasillen, que por haber hecho dramas hasta este momento, no se me considere para hacer un musical o una comedia. A mí me encantaría. Ahora estoy trabajando proyectos de género, desarrollando algo de ciencia ficción.

Generalmente, tus películas hablan de historias relacionadas con abusos o injusticias. ¿Qué te mueve en esa dirección?
DP: Ese es un tema común en todo lo que he filmado hasta ahora. No lo elijo conscientemente, lo que sucede es que me atrapa. Cuando me interesa hablar de algo es porque hace eco en mí mismo, porque se relaciona con mi propia historia, aunque no sea una relación directa. Hay algo en la esencia de esas historias con lo que conecto. Eso, para mí, siempre ha sido el motor. Con el paso de los años, creo que tengo claro el por qué, tiene que ver con algo muy personal, con experiencias de vida. De alguna manera, a través de historias ajenas, termino hablando de mí mismo. Es inevitable.

E: ¿Qué crees que aporte esta película al tema de la inclusión?
DP: Lo primero tiene que ver con visibilizar. Mi película no intenta ser política ni discursiva, pero el poner a dos hombres besándose en pantalla se vuelve un discurso en un país como este. Genera diálogo, reflexión, incomodidad que, eventualmente, se transformará en otra cosa que no sea necesariamente violencia. No hay un hombre gay en este país que no haya sufrido algún tipo de violencia o discriminación. Esta película abre, de alguna manera, caminos en ese terreno. El cine que me gusta y quiero hacer es inclusivo, porque presenta realidades, no desde la anécdota sino desde la parte humana. Es muy distinto leer sobre hechos o ver números, a ver caras, realidades frente a frente. El cine puede ser increíblemente inclusivo en ese sentido.

E: Una de las cosas más difíciles fue financiar esta película. ¿Cómo lo conseguiste?
DP: Un apoyo esencial para el financiamiento de esta película fue Eficine. Antes de meter la carpeta para conseguir el dinero, tienes que ir a venderles tu proyecto a las empresas, para que acepten apoyarte. Desde ese momento, vi una gran cerrazón. Muchas no querían tocar este tema, solo querían hacer películas “con mensaje”. Eso demuestra una visión un tanto moralina. Nos tomó un año encontrar empresas que estuvieran dispuestas a apoyarnos. A mi productor nunca le había pasado con ninguno de mis proyectos previos. Fue fundamental, primero, el apoyo Cinépolis. Después, la que ayudó a concretar el financiamiento fue Netflix. Fue una gran suerte que dos empresas así apoyaran un proyecto como este.

E: Lo que sí has asegurado es el éxito de exhibición de la película…
DP: El 19 de noviembre, la película se estrenará en cines, solo en México. Desde antes de producir la película ya estaba vendida a Netflix, por lo tanto, al mundo entero. No la vamos a salir a vender para cines en el extranjero. Por contrato con Cinépolis, el único país donde se va a estrenar en salas es México. Hay un periodo mínimo de tres meses para que Netflix pueda programarla después del estreno. Es un esquema peculiar que pocas veces se ha logrado en México, un acuerdo entre salas de cine y Netflix.

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