Ser un líder nunca ha sido fácil. Pero serlo después de la pandemia del coronavirus es aún más desafiante porque las prácticas conocidas –y tradicionales- dejaron de funcionar en un mercado que demanda digitalización y paradójicamente más humanismo. Una nueva fórmula, donde los líderes son quienes deben llevar la batuta. El problema, para las empresas, está en identificar y desarrollar a la nueva generación de líderes.
El estudio Global Leader Forecast 2021, elaborado por DDI, una firma de consultoría de recursos humanos y desarrollo de liderazgo global, arroja que la fuerza de la banca de sucesión, ese grupo de personas que puede guiar a la compañía en el futuro, está cayendo. A nivel mundial, solo 11% de los profesionales de recursos humanos dice que tienen candidatos sólidos para ocupar puestos de liderazgo, la tasa más baja que la firma ha visto en la última década.
En México, en cambio, el 54% de las empresas cree que existe una banca de sucesión sólida, una cifra mayor pero que no deja de suponer que prácticamente la mitad de las empresas no tiene un plan de desarrollo para líderes. Roberto Cárdenas, director de DDI Latam, advierte que para revertir esta situación, las organizaciones deben crear equipos internos, alianzas e intercambio de habilidades, pues además el entusiasmo de los jefes va en picada.