Garza Sada siempre había tenido un modelo a seguir. Mientras su padre estudió una licenciatura en Ciencias y una maestría en Ingeniería Industrial en la Universidad de Stanford, así como un MBA en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, él estudió Ciencias de la Gestión e Ingeniería, con un enfoque en Análisis Financiero y de Decisión, en la Universidad de Stanford, y un MBA en Harvard.
Su desarrollo profesional iba marchando conforme a lo planeado hasta que, para su sorpresa, la maestría sembró en él la curiosidad y el interés por emprender un negocio.
“Tomé una clase con Michael Porter, conocido por sus teorías económicas. Platicábamos mucho sobre cómo el emprendimiento social puede cambiar a los países y de que hay empresas que nacen con un objetivo social”, cuenta. Crear bienestar e impactar positivamente a la comunidad a través de su propia empresa se convirtió en la columna vertebral de su desarrollo personal y profesional. Así que renunció en Nemak tan pronto egresó de la escuela.
El atractivo de la educación
Al principio, el objetivo de Garza Sada era levantar capital y comprar compañías manufactureras para hacerlas crecer en la industria. Sin embargo, consideró que la educación tenía más oportunidades de impacto no solo a nivel social, sino económico.
Y no estaba equivocado. Bernardo Masini Aguilera, director de Investigación y Posgrado del ITESO Guadalajara, señala que la educación es un negocio rentable, porque de trasfondo es un derecho humano reconocido en la constitución, y una garantía avalada no solo en México sino en otras partes del mundo.
De acuerdo con el investigador, no se puede trascender en la sociedad sin educación. Pero el Estado "no es autosuficiente para cubrir toda la demanda de su población", dice. "Ahí es donde entran los actores privados”.
En 2011, Garza Sada, junto con su padre, adquirió la Universidad Regiomontana (U-ERRE), que en ese momento estaba controlada principalmente por Cemex y Femsa. El empresario reestructuró la operación de la escuela y su estrategia consistió en cambiar el modelo de enseñanza.
En lugar de una cátedra tradicional basada en la memorización de los contenidos, apostó por el modelo dual alemán que consiste en ofrecer teoría y práctica, con el fin de preparar mejor a los estudiantes para el ámbito laboral. También abrió otro campus y dio a los alumnos la oportunidad de internacionalizar su perfil, al estudiar parte de su carrera o realizar prácticas profesionales en otro país.
Para ello, comenzó a firmar convenios y alianzas con algunas empresas. La nueva escuela arrancó en 2013 con 4,000 estudiantes y hoy día tiene más de 30,000 egresados y 4,500 inscritos. Según sus registros, el 81% de sus alumnos activos consigue empleo antes de graduarse, y el 30% de los graduados participa en algún programa internacional.
“Esto lo hicimos con ayuda de académicos, gente creativa y ajena a la industria educativa. Como nosotros veníamos de manufactura no se nos hacía raro diseñar sistemas y buscar líneas de operación eficientes”, menciona.
Después, compró la mayoría de las acciones de la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID), que tenía una matrícula de 18,000 alumnos y 57 sedes en 23 estados. Tras analizar el modelo de negocio, cerró diez planteles por falta de rentabilidad, y al igual que en la U-ERRE, el regiomontano elevó la calidad educativa y firmó convenios empresariales. Gracias a esto, la matrícula creció a 40,000 estudiantes activos y más de 60,000 egresados.
Pero tener 49 planteles y dos universidades representó la necesidad de sistematizar más procesos, sobre todo, administrativos. Por eso fundó Talisis en 2016, con el objetivo de centralizar el negocio para tener un mayor control. Desde entonces, Garza Sada es el director general de esta firma, que a su vez es la división educativa de Grupo Topaz, propiedad de su familia.