Ana Estrada, CEO de la empresa de desarrollo humano Brújula Interior, señala que, con base en sus sondeos a clientes, hay semanas en que las reuniones abarcan hasta el 50% de una jornada laboral y, en el 28% de los casos… sí, pudieron haber sido un e-mail.
El 2021, la Asociación Mexicana de Trabajo en Equipo también halló que entre 25 y 50% de las reuniones laborales son improductivas, además de que, en promedio, los altos ejecutivos de las organizaciones destinan a ellas el equivalente a 21 semanas en un año.
En este escenario, Andrea Rojas, líder de People Operations de la plataforma de nómina y gestión de capital humano Runa, considera que uno de los principales desafíos que tienen las empresas este año es cuidar la salud mental de sus colaboradores y el abuso de las videollamadas puede desencadenar estrés adicional.
Según el estudio Nonverbal Overload: A Theoretical Argument for the Causes of Zoom Fatigue, realizado el año pasado por la Universidad de Stanford, en las videollamadas se interrumpe el ritmo natural de una conversación y fuerza a los participantes a mirarse directamente a los ojos, a diferencia de una junta presencial.
La investigación expone que el esfuerzo de comunicación que hacen los participantes en una videollamada es más elevado en comparación con una llamada telefónica, en parte porque las personas tienen que hablar más alto en sus intervenciones e, incluso, exagerar el lenguaje no verbal para recalcar algún punto.
“En una videollamada es más complicado interpretar los gestos y miradas de otra persona. Estos factores, sobre todo si las reuniones se hacen de manera innecesaria y frecuente, pueden contribuir a que el estrés de los trabajadores se incremente”, enfatiza Rojas, ya que lejos de contribuir al cumplimiento de los objetivos de negocio, quitan tiempo y oportunidades de productividad. No obstante, al igual que en una junta presencial, las videollamadas pueden ser muy útiles si se les sabe sacar provecho.
Como herramientas de comunicación a distancia son clave para que los empleados logren realizar sus labores en un modelo híbrido de trabajo. Y las empresas planean mantener este esquema. Según datos de KPMG, así lo hará, al menos, un 63% de las compañías en el país.