Asako Hoshino, vicepresidenta ejecutiva de Nissan Motor Company, ha sido una figura clave en la transformación de la empresa en los últimos 20 años. En 2004, ayudó a establecer la Oficina de Desarrollo de la Diversidad dentro de la corporación, en un momento en el que ella era la única mujer sentada en las juntas del Consejo de Administración y sólo 1.6% de las posiciones gerenciales de Nissan en Japón eran ocupadas por mujeres. Entonces tenía claro que para equilibrar la balanza lo primero que había que hacer era aumentar la proporción de mujeres en todas las áreas de la compañía.
“Estuve tocando puertas y mostrando que el número de mujeres era muy bajo. Yo iba con los gerentes de plantas y los líderes de área y les decía que era necesario hacer algo en los diferentes departamentos. Por ejemplo, aumentar el número de consultoras en los pisos de venta o incluir a más mujeres en las líneas de producción”, dijo en una conferencia durante su última visita a México a principios de octubre.
Hoshino asegura que empujar un cambio en la cultura corporativa en Japón ha sido complicado porque allí está muy arraigada la mentalidad de los un samurai: una vez que se toma una decisión, todos tienen que apegarse a ese objetivo y nunca dudar ni cambiar la forma de pensar. "Pero si realmente quieres cambiar la cultura hay que presionar los límites un poco más allá", dice.
El fabricante japonés hoy busca aumentar su proporción de mujeres gerentes en Japón al 13% para 2023, frente al 10% actual, con lo que se posicionaría como el fabricante japonés de vehículos con la mayor proporción de mujeres en posiciones gerenciales. Esos números pueden parecer pequeños, pero están en el extremo ambicioso de la escala en Japón. A pesar del impulso del gobierno japonés para aumentar la cantidad de mujeres en puestos gerenciales al 30% para 2020, hoy menos del 8% de estas posiciones están ocupadas por mujeres.