Mientras Japón ha optimizado sus procesos con tecnología avanzada, en México se sigue midiendo el desempeño con base en el número de horas trabajadas, no en los resultados. Para dimensionar la diferencia, en México el promedio anual de horas trabajadas es de 2,128, una de las cifras más altas de la OCDE, mientras que en Japón la media es de 1,598 horas anuales.
Pero reducir la jornada en el país latino no es tan sencillo. Según Estefanía Rueda, abogada laboral del despacho Littler, este cambio obligaría a las empresas a asumir costos adicionales, ya sea con la contratación de más personal o con el pago de horas extra a los empleados actuales.
La abogada laboral refiere que el costo de contratar nuevos trabajadores no se limita a los salarios y prestaciones; incluye cuotas de seguridad social e impuestos, que representan alrededor del 30% del valor de la compensación en el país.
Además, el pago de horas extra bajo la Ley Federal del Trabajo puede ser una carga importante para las empresas. Las primeras nueve horas extra semanales deben pagarse al doble del salario base, y las siguientes al triple. Si un empleador excede estos límites de manera constante, puede recibir multas de hasta 28,285 pesos por trabajador afectado.
En casos más graves, si las horas extra superan las nueve horas semanales, la empresa podría ser sancionada por explotación laboral, y esto conlleva penas de prisión de tres a 10 años y multas que superan los 5.5 millones de pesos, con sanciones aún mayores si el trabajador afectado pertenece a comunidades indígenas o afromexicanas.
"Japón ha logrado mejorar la eficiencia laboral mediante la automatización y la optimización de procesos, pero en México este tipo de transformación no puede implementarse de inmediato. La infraestructura tecnológica y operativa de muchas empresas aún no está preparada para un ajuste tan drástico en los horarios de trabajo. Por lo tanto, México no está listo para el cambio a semanas laborables de cuatro días”, apunta Rueda.
¿Existe una solución intermedia?
Algunas empresas sí tienen margen de acción para implementar esquemas más flexibles desde sus propias políticas internas. Guillermo Cruz, Managing Director de Andersen Consulting en México, señala que ciertos sectores que no operan 24/7 pueden ajustar sus modelos de trabajo e incorporar una semana laboral reducida dentro de su estructura organizacional. Pero que esta medida trascienda a nivel legal y se ejecute en todo el país será un desafío en los próximos años.
“Antes de considerar este ajuste, el país debe avanzar en digitalización, capacitación del talento y una transformación cultural en las organizaciones, donde la productividad sea el eje central y no solo las horas trabajadas”, dice Cruz.
Además, el país aún se encuentra en la discusión sobre la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales, una reforma que ha enfrentado resistencia del sector empresarial, debido a los costos adicionales que implica. Aunque esta medida busca alinearse con estándares internacionales, todavía no es una realidad en México.
Por ello, pensar en una semana laboral de cuatro días parece inviable, ya que representaría un cambio aún mayor en la estructura laboral. Para adoptar un esquema de menos días trabajados a la semana, México debe enfocarse en consolidar una jornada más justa y eficiente dentro del marco actual.
A diferencia de Japón, donde esta medida responde a un problema demográfico y a un enfoque en la eficiencia, México enfrenta retos distintos; baja productividad, costos de contratación elevados y un rezago en la digitalización de muchas industrias. Sin resolver estas barreras, la semana laboral de cuatro días seguirá siendo un escenario lejano para la mayoría de los trabajadores.