Pero acudir al médico no siempre está dentro de las posibilidades. Ricardo Almeida, managing director de Mercer Marsh Beneficios para Latinoamérica y el Caribe, comenta que muchas personas no buscan atención médica porque temen no poder pagarla. Además, los tiempos de espera también influyen.
Las mujeres enfrentan más obstáculos, aunque viven más años que los hombres. Los datos del estudio arrojan que una de cada tres mexicanas no confía en su capacidad para cubrir un gasto médico, frente a uno de cada cuatro hombres.
Las enfermedades más frecuentes no son pasajeras. La preocupación de los empleados se concentra en padecimientos crónicos como cáncer, diabetes y problemas cardiovasculares. Tratar estas condiciones implica recursos, seguimiento y acompañamiento médico.
Aunque los empleados están dispuestos a prevenir, pocas organizaciones brindan herramientas para lograrlo. Solo una de cada cinco empresas ofrece evaluaciones para riesgos cardiometabólicos. Y apenas 13% incluye exámenes para detectar cáncer, a pesar de que este tipo de pruebas son consideradas útiles por 41% de los empleados.
“El interés por cuidarse está ahí. Lo que hace falta es una estructura que acompañe a las personas”, señala García. Más del 40% de los encuestados valora contar con consultas médicas preventivas. Un porcentaje similar considera importante recibir apoyo emocional o herramientas para detectar señales tempranas de ansiedad o depresión.
Por otro lado, las afecciones mentales no se ven, pero se sienten. Casi la mitad de los empleados en México vive con niveles constantes de estrés. Un tercio dice sentirse así tanto en la vida personal como en el trabajo. Y entre quienes enfrentan este agotamiento, siete de cada diez ya están buscando otro empleo.
Para Ariel Almazán, workforce health leader en Mercer Marsh Beneficios México y Latinoamérica, estas señales no pueden tomarse a la ligera. El estrés sostenido impacta en el sueño, el sistema digestivo, la concentración y hasta el sistema inmune. También debilita el vínculo con la empresa.
Pocas organizaciones evalúan los riesgos de salud física, emocional y cognitiva de forma integral. Aunque existen programas, no siempre están diseñados a partir de las necesidades reales de las personas. Y cuando no hay un diagnóstico claro del entorno laboral, cualquier iniciativa se queda corta.
Andrés Machado, subdirector de Wellness en Mercer Marsh Beneficios México, advierte que no todos los empleados buscan lo mismo. En una misma empresa conviven personas de distintas generaciones, con condiciones familiares, económicas y de salud muy distintas entre sí. “Diseñar un paquete de beneficios sin tomar en cuenta a quién va dirigido termina por dejar a muchos fuera”, comenta.
El equilibrio entre vida personal y laboral también se vuelve más difícil cuando no existen apoyos concretos. La percepción del estrés que enfrentan las personas en el trabajo no es un asunto minúsculo y por lo regular no se cuenta con las herramientas para gestionarlo.
Desde la mirada de García, el primer paso es escuchar. Entender qué preocupa a los colaboradores, evaluar los riesgos reales y, con base en ello, construir soluciones que realmente funcionen.
Los especialistas de la firma consultora advierten que atender la salud no se reduce a cubrir una prestación. También fortalece el compromiso, mejora la productividad y refuerza la permanencia en los equipos. El trabajo puede convertirse en un punto de apoyo si las organizaciones asumen su papel de forma empática y con visión de largo plazo.