Renunciar no siempre es cerrar una puerta. A veces es ganar perspectiva y, con el tiempo, volver con un mapa más claro del propio rumbo profesional. Ya sea que la salida de la empresa haya sido por una mejor oportunidad laboral, para hacer una pausa o por mudanza, la puerta puede volver a abrirse.
Sin embargo, para que eso suceda Alejandra Martínez, encargada de estudios del mercado laboral en Computrabajo, señala que lo importante es que no se trate de un caso de bajo desempeño o de una salida mal gestionada. “La figura del empleado búmeran parte de salidas sanas y profesionales”, dice.
La especialista lo define como la persona que trabajó en una organización, se fue por una circunstancia válida y tiempo después decide regresar. “Son empleados que vuelven a formar parte de tu equipo y traen ventajas evidentes”, comenta.
Entre ellas está conocer los procesos internos, la cultura organizacional y manera de trabajar, algo que vuelve “prácticamente nula” la curva de aprendizaje e impacta desde el primer día en sus objetivos. También suelen adaptarse rápido, porque ya saben cómo se mueven las cosas en la organización.
Ese retorno, sin embargo, no es automático. Para quien evalúa volver a un antiguo empleo, la introspección es muy relevante. Martha Barroso, Directora de People and Culture de ManpowerGroup para Latinoamérica, sugiere preguntarse por qué te fuiste y si esa condición cambió.
“El retorno es positivo cuando existe un nuevo proyecto o reto profesional alineado con su crecimiento actual, y cuando la organización ha evolucionado en cultura, procesos o liderazgo. También es conveniente cuando hay una relación saludable y transparente con los equipos anteriores, lo que permite una reintegración más rápida y productiva”, aconseja.
Volver a un antiguo trabajo no debe sentirse como un retroceso, sino como una decisión que puede impulsar la carrera profesional. Pero hacerlo implica tener mucha claridad en los motivos, ya que regresar por miedo al cambio, solo la cuestión económica o presión externa no es sostenible a largo plazo.
Para Barroso, los empleados búmeran son candidatos externos estratégicos que requieren de una evaluación objetiva de su experiencia previa en la empresa, lo que han aprendido fuera, y cómo pueden aportar en una nueva etapa.
“(La persona) además debe hacer una evaluación honesta de su nuevo valor en el mercado. Si ha adquirido nuevas habilidades, idiomas, certificaciones o experiencia internacional, es importante que esto se vea reflejado en la propuesta que recibe”, dice Barroso.
También ayuda mirar cómo negocian las compañías. Salvador De Antuñano, Director de Recursos Humanos de Adecco México, explica que hay dos lentes, la equidad interna y el valor de mercado; muchas veces el búmeran regresa con más experiencia y puede negociar mejores condiciones, pero sin romper las bandas salariales ni crear inequidades con quienes se quedaron.
La regla de oro es hablar claro sobre expectativas, responsabilidades y evolución profesional. En la práctica, dice De Antuñano, suele retomarse una posición similar a la que se tenía y solo en casos contados se ajusta hacia arriba o hacia abajo, según las nuevas condiciones de vida o del negocio.
Acorde con los expertos consultados, cada regreso debe ser analizado como una decisión estratégica. “Si la salida estuvo marcada por conflictos o falta de alineación con los valores de la empresa, es mejor evitar ese reingreso. También hay que considerar si el entorno ha cambiado, ya que lo que funcionó antes puede no ser compatible con la nueva realidad”, dice el directivo de Adecco.
Desde la perspectiva de los directivos, sí conviene renunciar y volver cuando el regreso suma para ambas partes y hay una historia previa que lo respalda; sí cuando la empresa hoy es mejor lugar para tu siguiente salto y tú llegas con aprendizajes que no tenías; sí cuando el puesto, la cultura y las condiciones conversan con tu momento de vida.
No conviene volver cuando repetiría un patrón que ya te pesaba, cuando solo buscas una salida urgente o cuando el negocio no ha cambiado y tú sí. En cualquiera de los casos, que la decisión no sea nostalgia disfrazada, sino una elección estratégica con los ojos bien abiertos.