A los 42 años, Mario se autodenominaba “adicto” al refresco y llamaba “vicio” a su consumo diario de Coca-Cola. Llegó a tomar más de dos litros al día hasta que su salud empezó a deteriorarse y comprendió que el azúcar era el principal responsable. Decidió dejarlo, y aunque no fue fácil, hoy lleva dos años sin probar una sola gota.
Adicción al refresco, ¿mito o realidad de los mexicanos?

Mario, reportero de profesión que vive y trabaja en la Ciudad de México, relata a Expansión que el refresco no solo era una bebida para acompañar la comida o calmar la sed: era su escape. Sentía que una Coca-Cola bien fría lo ayudaba a desestresarse y le daba un impulso de energía durante sus largas y agotadoras jornadas en la calle.
“Comencé a sentirme muy cansado, con bajos niveles de energía, y cuando me hicieron análisis, salió que tenía niveles altos de azúcar”, recuerda. Fue entonces cuando su médico le advirtió que debía reducir drásticamente su consumo.
Carmen Ruiz, licenciada en Dietética y Nutrición con especialización en nutrición clínica, deportiva y Health Marketing, afirma que casos como el de Mario son comunes.
“Muchas veces se asocia el estrés con la necesidad de comer algo, ¿por qué? Porque así el cerebro se tranquiliza. Y todo esto tiene que ver con el comportamiento humano. Son conductas naturales y normales, pero que también vamos construyendo como parte de nuestra sociedad y cultura”, afirma la especialista con más de 35 años de experiencia.
Añade que cuando el organismo presenta deficiencias nutricionales tiende a buscar compensaciones inmediatas como las que ofrece el alto contenido calórico, especialmente si no existe una alimentación equilibrada ni actividad física regular.

Dejar el refresco no fue sencillo. “Al principio fue difícil, la ansiedad por tomarlo era fuerte”, confiesa el reportero. Para sobrellevar el cambio, encontró alternativas que lo ayudaron a resistir la tentación, como el agua mineral y fruta en cantidades moderadas. “A veces me hacía limonada con gas, y eso me ayudaba a no sentir la necesidad de tomar refresco”.
Dos años después, Mario asegura que no solo se siente mejor físicamente, sino que tampoco extraña esa bebida que por tanto tiempo fue parte de su día a día. Además, su cambio de hábitos impactó también en su entorno: “He motivado a varias personas en mi casa a seguir el mismo método, y les ha funcionado”.
¿Existe realmente la adicción al refresco?
El consumo de refrescos de México está tan arraigado a la vida diaria que es una costumbre difícil de romper, haciendo de este hábito uno de los mayores retos para la salud pública.
De acuerdo con el estudio Soda Consumption by Country 2025 , publicado por el sitio World Population Review, México figura entre los países con mayor consumo per cápita de refresco en el mundo, con un promedio anual de 137 litros por persona.
Carmen Ruiz aclara que no se trata de una adicción bioquímica sino de patrones de consumo inadecuados que con el tiempo se han normalizado y aceptado socialmente. “No existen alimentos buenos o malos, sino comportamientos correctos o incorrectos”.
El problema no está en el producto en sí, sino en su uso excesivo y en la sustitución constante del agua por bebidas azucaradas, muchas veces desde la infancia.
Además, destaca que la fácil disponibilidad del producto, su bajo precio relativo y los grandes envases también favorecen un consumo excesivo: “Tal vez la industria no imaginó que alguien bebería solo una botella de dos litros, pero ocurre”.

Más que hablar de adicción, es clave enfocarse en la reeducación alimentaria y en construir hábitos sostenibles, como reducir las porciones, acompañar cada vaso de refresco con al menos dos de agua, y entender que el daño no está en un alimento aislado, sino en el comportamiento repetitivo que lo convierte en un riesgo para la salud.
En México, la Secretaría de Salud no deja lugar a dudas: en su guía conocida como la “ Jarra del Buen Beber ”, recomienda tomar entre seis y ocho vasos de agua simple al día y establece que los refrescos y bebidas azucaradas no deberían formar parte del consumo habitual.
El refresco no es recomendable, pero se puede consumir
La especialista en nutrición aclara que, bajo ningún parámetro, recomienda incluir refrescos en un plan alimenticio, pero reconoce que cada caso es distinto y considera posible su consumo ocasional en cantidades moderadas. Esta recomendación no solo aplica para los refrescos, sino para todas las bebidas azucaradas.
La especialista aclara que ningún profesional de la salud recomendaría consumir refresco todos los días, pero si es una bebida que le gusta a la persona, puede disfrutarla ocasionalmente, siempre siendo consciente de su contenido, su aporte nutricional y cuánto realmente necesita su cuerpo.

Respecto al tema renal, la especialista señala que el principal problema es la falta de consumo de agua natural. Una persona que no bebe agua y además consume refresco en exceso tiene más probabilidades de desarrollar problemas renales.
“Con los riñones el tema es qué tanta agua estás tomando como uno de tantos factores (...) lo que tenemos que analizar es qué es lo que no estás haciendo. No solo qué es lo que estás consumiendo”, explica.
Impuestos a las bebidas azucaradas
En México, actualmente se impulsa un esfuerzo para reducir el consumo de refrescos, no solo mediante campañas de concientización, sino también a través del Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS). Este gravamen, que también contempla a cigarrillos, bebidas alcohólicas y comida chatarra, busca desalentar su consumo y destinar recursos para atender las enfermedades relacionadas con ellos.
Para 2025, el Paquete Económico estima que el IEPS sobre bebidas saborizadas recaudará alrededor de 43,330 millones de pesos (mdp), mientras que el gravamen aplicado a las bebidas energéticas generará aproximadamente 245.9 mdp.
Sobre el consumo en niños
La nutrióloga explica que el primer peligro del consumo de refresco en niños es que en la infancia las personas aprenden a hacer elecciones. Si en casa ven todos los días un refresco de tres litros y desayunan, comen y cenan acompañados de esta bebida, se forma un mal hábito.
“¿Cómo estamos educando a los niños? Tenemos cifras preocupantes de sobrepeso, obesidad, síndrome metabólico e incluso diabetes tipo 2 en niños y adolescentes. Y nuevamente se señala al refresco, pero ¿por qué un niño consume esas cantidades? Porque los adultos tenemos un comportamiento inadecuado”, explica.
“En la etapa de niños y adolescentes necesitamos más calorías, pero hay que ser muy cuidadosos, porque es cuando aprendemos a hacer elecciones que se quedan con nosotros de forma emocional y también como hábito, como el sabor y las cantidades de los alimentos que llevaremos hasta la vida adulta”, señala.
Mario, el reportero entrevistado, recuerda que aunque en su casa no se consumía Coca-Cola a toda hora, sí era infaltable a la hora de la comida.
“Eran otros tiempos, los niños podíamos salir solos a la tienda. A mí o a mi hermano nos mandaban por la Coca retornable; recuerdo ir golpeando el envase con las rodillas y regresar con el refresco para comer en familia”, relata con nostalgia.

¿Y los refrescos light?
Carmen Ruiz tampoco recomienda incluir como tal las bebidas light o sin azúcar dentro de un plan alimenticio, aunque reconoce que pueden ser una herramienta útil para quienes buscan reducir su consumo de azúcar.
Afirma que estas bebidas son seguras en cuanto a estándares de calidad y sanidad, siempre que se acompañen de buenos hábitos, además de que pueden ayudar a quienes buscan controlar mejor su ingesta calórica.
“El cuerpo necesita azúcar, pero cuando se supera esa cantidad y se desea algo dulce, se puede recurrir a estas bebidas con edulcorantes, que son seguros. El consumo específico dependerá de cada persona”, dice.
¿Por qué los hombres viven menos que las mujeres?
El peligro de las bebidas azucaradas
Un estudio internacional publicado en Nature Medicine revela que el consumo de bebidas azucaradas está detrás de millones de casos de enfermedades crónicas en todo el mundo. Según el análisis, entre 1990 y 2020, uno de cada 10 nuevos casos de diabetes tipo 2 y uno de cada 30 de enfermedades cardiovasculares se atribuyen a personas que consumían de manera frecuente estas bebidas.
En 2023, según datos del Inegi , el 89.5 % de las defunciones registradas en México se debió a enfermedades y problemas relacionados con la salud. Las principales causas de muerte fueron las enfermedades del corazón (189,210 casos), la diabetes mellitus (110,059) y los tumores malignos (91,562). La insuficiencia renal también destacó entre las causas, aunque se ubicó hasta el décimo lugar, con 15,929 defunciones.
Aunque el consumo de refresco está profundamente arraigado en la cultura mexicana, cada vez hay mayor conciencia sobre sus efectos en la salud. Cambiar este hábito requiere educación, voluntad y alternativas accesibles, pero a largo plazo puede traer mejoras importantes tanto en el bienestar físico como emocional.
