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Astrónomos detectan un agujero negro fugitivo que escapa de su galaxia de origen a gran velocidad

Observaciones con el telescopio James Webb confirmaron el desplazamiento de un objeto masivo fuera de su galaxia de origen.
vie 19 diciembre 2025 07:55 AM
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Ilustración artística de un agujero negro supermasivo expulsado de su galaxia tras interactuar con otros dos. Al avanzar por el espacio intergaláctico comprime el gas y genera una estela de estrellas, basada en observaciones del telescopio Hubble de un rastro de unos 200 mil años luz. (Hubble Sees Possible Runaway Black Hole Creating a Trail of Stars)

Astrónomos confirmaron la existencia de un agujero negro que se desplaza fuera del centro de su galaxia a una velocidad suficiente para abandonar el entorno donde se formó. El registro documenta por primera vez que uno de estos objetos no permanece anclado al núcleo galáctico y que su movimiento puede rastrearse a partir de los efectos que provoca en el gas que atraviesa.

Este hallazgo abre una línea directa de observación sobre procesos que durante décadas solo se abordaron desde modelos teóricos. A partir de imágenes y mediciones recientes, los investigadores reconstruyeron el trayecto del objeto, las condiciones que permitieron su expulsión y las consecuencias físicas de su desplazamiento a gran escala.

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Cómo se confirmó el desplazamiento del agujero negro

Astrónomos identificaron inicialmente una estructura alargada de gas cuya forma no coincidía con patrones habituales de interacción galáctica. El rastro mostraba una perturbación continua que sugería el paso de un objeto compacto con masa elevada, capaz de modificar el medio interestelar a lo largo de cientos de miles de años luz.

Observaciones posteriores permitieron localizar el extremo de esa estela, donde se detectó el punto de origen de este fenómeno. Ahí se confirmó la presencia de un agujero negro supermasivo que se desplaza a una velocidad cercana a los 1,000 kilómetros por segundo, cifra obtenida a partir del análisis del gas empujado lateralmente durante su paso.

Mediciones realizadas con el telescopio James Webb revelan un frente de choque generado por el objeto al interactuar con el gas circundante. Ese desplazamiento permitió calcular la velocidad del agujero negro mediante la relación directa entre la rapidez del gas alterado y el movimiento del cuerpo que lo impulsa.

Datos difundidos por Space indican que el objeto se encuentra a más de doscientos mil años luz de su punto de origen. Esa distancia confirma que ya no forma parte del núcleo galáctico donde se formó y que logró vencer la atracción gravitacional de su antigua galaxia.

Qué fuerzas pueden expulsar un agujero negro de su galaxia

Investigadores explicaron que la expulsión de un agujero negro supermasivo requiere procesos asociados a fusiones galácticas. En estos escenarios, dos galaxias colisionan y cada una aporta su propio agujero negro al sistema resultante, lo que genera configuraciones gravitacionales inestables.

Uno de los mecanismos propuestos ocurre cuando dos agujeros negros se fusionan. Durante ese proceso se liberan ondas gravitacionales que pueden impartir un impulso suficiente para lanzar al objeto resultante fuera del centro galáctico, siempre que la velocidad adquirida supere el umbral de escape.

Otro escenario contempla interacciones entre tres agujeros negros. Cuando uno de ellos ingresa a un sistema binario preexistente, la dinámica se vuelve inestable y uno de los cuerpos puede ser expulsado. Este proceso también se vincula a fusiones sucesivas de galaxias a lo largo del tiempo.

Análisis citados por Space señalan que las características observadas en este caso coinciden con el primer mecanismo. La velocidad registrada y la trayectoria del objeto respaldan la hipótesis de una fusión previa que generó el impulso necesario para su salida del núcleo galáctico.

Consecuencias físicas del recorrido por el espacio

El desplazamiento del agujero negro no ocurre en un entorno vacío. A lo largo de su trayectoria, el objeto comprime el gas interestelar y genera una onda de choque que se extiende a gran escala, modificando la distribución del material que encuentra a su paso.

Registros del telescopio James Webb muestran que ese gas desplazado comenzó a colapsar en regiones específicas de la estela. A partir de ese proceso se activó la formación de nuevas estrellas lejos del centro de cualquier galaxia, un fenómeno documentado mediante el análisis del material acumulado en la trayectoria.

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Imagen de archivo del telescopio Hubble que muestra una estructura lineal inusual, identificada después como una cadena de estrellas jóvenes de unos 200 mil años luz. En el extremo inferior se ubica un agujero negro supermasivo expulsado de su galaxia, visible en la parte superior, cuyo paso comprimió el gas y dejó una estela estelar cuando el universo tenía cerca de la mitad de su edad actual. (NASA, ESA, Pieter van Dokkum (Yale); Image Processing: Joseph DePasquale (STScI))

Estimaciones basadas en las observaciones indican que la masa total asociada a esas nuevas estrellas alcanza valores comparables a cientos de millones de veces la masa del Sol. Ese resultado muestra que el impacto del agujero negro se extiende mucho más allá de su tamaño físico.

Este tipo de formación estelar fuera de núcleos galácticos introduce un elemento adicional para comprender cómo ciertos objetos compactos influyen en la evolución del gas a escalas que no habían sido observadas de forma directa.

Un hallazgo que se suma a otros fenómenos raros observados recientemente

El descubrimiento del agujero negro fugitivo se inscribe en un contexto más amplio de observaciones que respaldan fenómenos extremos planteados durante años por la teoría. En un reporte difundido por Scientific American, astrónomos documentaron la posible detección de una explosión cósmica que combina características de una supernova y una kilonova.

Ese evento habría ocurrido tras el colapso de una estrella masiva en rápida rotación, seguido por la formación de dos estrellas de neutrones que terminaron colisionando. La secuencia observada no encaja en los esquemas tradicionales de explosiones estelares y sugiere rutas alternativas de evolución para objetos compactos.

Ambos hallazgos comparten un punto central: la confirmación observacional de procesos que antes solo existían como hipótesis. En el caso del agujero negro, el desplazamiento fuera del núcleo galáctico valida modelos sobre expulsión gravitacional; en el de la superkilonova, se documenta una combinación de explosiones que no había sido registrada.

Estos resultados refuerzan la necesidad de revisar cómo se forman, interactúan y evolucionan los objetos más densos del universo, a partir de datos directos obtenidos por telescopios espaciales y detectores especializados.

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