En la asamblea anual de 2021, Carstens dijo que la pandemia del COVID-19 causó una caída económica global sin precedentes en 2020, pero que se evitó un desastre global y ahora la situación es "mucho mejor".
Aunque la recuperación económica comenzó desde la segunda mitad del año pasado, Carstens comentó que "es muy desigual, incompleta y con perspectivas globales inciertas", sobre todo en el corto plazo. Por lo que la política monetaria debe responder con "flexibilidad".
Carstens advirtió que la deuda pública y privada es muy elevada y que los legados adversos de la pandemia son grandes, por lo que el principal reto a largo plazo será encontrar un ritmo sostenible para las políticas fiscales y monetarias.
"Salimos de la pandemia con más deuda pública, tasas de interés más bajas y balances de los bancos centrales más abultados", dijo. "Normalizar la política monetaria y fiscal en el largo plazo aportará un margen de seguridad necesario para hacer frente a acontecimientos imprevistos como la propia pandemia o futuras recesiones".
El hecho de que los tipos de interés sean ahora muy bajos o, incluso, negativos y que las economías crezcan facilita la sostenibilidad de la deuda, pero esta situación "no es para siempre" porque si sube la inflación, subirán los tipos de interés y entonces el pago de la deuda será más complicado, explicó el economista mexicano.
El jefe del departamento Monetario y Económico del BPI, Claudio Borio, dijo que no quieren que los tipos de interés sean tan bajos, sino que suban, sobre todo los tipos de interés reales, y que el crecimiento sea sano.
Algunas economías emergentes ya han tenido que empezar a subir los tipos de interés porque les afecta más la subida del precio de las materias primas, pero esto no va a afectar a su crecimiento, según Carstens.
Con información de EFE