Esto crea el riesgo de que se conviertan en "demasiado grandes para quebrar", un problema que los reguladores esperaban haber resuelto con los bancos tras los rescates en la crisis financiera de hace más de una década.
"Sin duda, se justifica un replanteamiento de la regulación y necesitamos un nuevo camino a seguir", dijo Carstens, añadiendo que se necesita un nuevo marco "holístico" que incluya la exigencia de que los servicios financieros de las grandes tecnológicas estén separados de otras operaciones.
Sus ingentes cantidades de datos proporcionan a las empresas de alta tecnología información valiosa sobre posibles clientes de servicios financieros, como su patrimonio y sus hábitos de gasto. Empresas como Jumia, en África, o Grab, en el Sudeste Asiático, están tratando de aprovecharla prestando servicios como el procesamiento de créditos y pagos.
Según Carstens, las grandes empresas tecnológicas con actividades financieras significativas también podrían estar sujetas a requisitos a nivel de grupo en materia de gobernanza, conducta empresarial y resistencia operativa.
La aplicación de normas financieras "holísticas" a las grandes empresas tecnológicas sería un reto, dado que el sector ya está supervisado por reguladores de la privacidad de los datos y de la competencia a nivel local e internacional, sin un regulador "principal" claro, añadió.
En la Unión Europea, Reino Unido y otros países ya están surgiendo normas de resistencia operativa para que los reguladores financieros supervisen el uso que bancos y aseguradoras hacen de empresas externas de computación en la nube como Amazon, IBM y Microsoft para alojar servicios.
El acuerdo por 2,000 millones de dólares entre Microsoft y London Stock Exchange Group en diciembre fue la última señal de cómo se están difuminando las fronteras entre las grandes empresas tecnológicas y las finanzas.
Según Carstens, entre los posibles beneficios de la entrada de las grandes empresas tecnológicas en el sector financiero figuran la mejora de los resultados para los clientes, el aumento de la eficiencia del mercado financiero y la mejora de la inclusión financiera. "Ya es hora de pasar de la teoría a la práctica y considerar opciones tangibles para las acciones reguladoras", señaló.