La primera es la fase expansiva, que se presenta en los primeros seis meses del último año de gobierno. La política fiscal se enfoca en financiar el proceso electoral y completar obras de infraestructura del gobierno en turno, también en estimular a la economía y generar un sentimiento de bienestar social con la intención de ganar las preferencias de los votantes hacia el partido en el poder.
“Para 2024 el proceso electoral producirá tanto una expansión del gasto público para financiar las elecciones como también un aumento del gasto privado generado por la creación de trabajo temporal, acompañado de una mayor demanda por servicios relacionados con las campañas y por contribuciones privadas”, detalló el especialista.
La segunda etapa, detalló Coutiño, es una fase contractiva que inicia con el retiro del estimulo fiscal después de las elecciones y se extiende hasta la primera mitad del primer año del nuevo gobierno.
El efecto contraccionario de fin de sexenio se extenderá hacia el inicio de la nueva administración dado el retraso en la ejecución del presupuesto que resulta del cambio de equipo económico y político, advirtió.
“Esto inducirá una extensión de la desaceleración económica a lo largo de la primera mitad del primer año del nuevo gobierno, lo cual en esta ocasión correrá del cuarto trimestre de 2024 al primer trimestre de 2025. La magnitud de dicha desaceleración que afectará el inicio de 2025 dependerá del grado de certidumbre en torno al programa económico del nuevo gobierno y de la confianza que se tenga del nuevo equipo económico”, refirió.
Destacó que el crecimiento en 2025 puede ser menor que el de 2025, como ha sucedido durante los últimos seis sexenios. Sin embargo, este nuevo ciclo político introduce una variante que tiene que ver con la fecha de inicio del nuevo gobierno, el cual tomará posesión en octubre de 2024 en vez de diciembre, con lo cual la desaceleración en 2025 podría no ser tan pronunciada, culmino Moody’s Investors Service.