En ello coincidió Máximo Vedoya, CEO de Ternium, quien expresó que China se aprovechó del libre comercio a través de una política de Estado industrial centralizada, la creación de empresas estatales y el uso de subsidios.
El empresario resaltó que las relaciones entre México y Estados Unidos han sido fructíferas, incluso después de la primera era de Trump en el poder. Ya que desde la renegociación del T-MEC, las exportaciones de México a Estados Unidos, y viceversa, se han incrementado 30%.
Vedoya resaltó que por cada dólar que México exporta a Estados Unidos, 30 centavos representan valor agregado justamente por trabajadores estadounidenses.
Por todo ello, para Jorge Guajardo, las respuestas arancelarias de Trump cobran sentido, siempre y cuando se dirijan a contener exportaciones desde China y sus países satélites, como Vietnam o Corea del Sur, entre otros asiáticos.
Explicó que existe un riesgo real de que la capacidad productiva de China termine con industrias completas no solo en Estados Unidos, sino en México. Incluyendo no solo la del acero y el aluminio, sino también la automotriz e incluso las empresas intensivas en tecnología como Amazon, Meta o Apple.
Y para detener esta amenaza, Estados Unidos necesita a México, pues “no tiene la mano de obra ni la energía para absorber la industria” mexicana. A cambio, México debería no solo limitar las importaciones desde china, sino evitarlas a toda costa.
“Hoy en día, México está abierto a los autos chinos, lo cual es una locura. Ahora son el 20% de los autos que se venden en México. No tienen contenido nacional y no nos favorecen en nada”, apuntó.
Jorge Guajardo proyecta que la región se debe dirigir hacia una homologación de aranceles, para mantenerse como el bloque ganador en el mundo. “Vamos a entrar a un tipo de Unión Aduanera, donde homologamos nuestros aranceles para contener las exportaciones chinas”.