Este desajuste refleja que el mercado laboral, aunque sigue absorbiendo trabajadores, no lo hace al ritmo necesario. Mientras 72,000 personas encontraron empleo en mayo, una proporción aún mayor ingresó al desempleo.
A esto se suma el repunte en la subocupación, es decir, en aquellas personas que sí tienen empleo pero desean y pueden trabajar más horas: la tasa pasó de 6.90% en abril a 7.05% en mayo, lo que evidencia una presión creciente sobre la calidad de los empleos disponibles.
Sin embargo, en las zonas urbanas del país (donde se concentra la actividad económica y los mercados laborales son más organizados) tanto la desocupación como la subocupación disminuyeron. La tasa de desempleo urbano bajó de 3.19% a 3.14%, y la subocupación cayó de 6.24% a 5.55%, su nivel más bajo desde octubre de 2018. Esto sugiere una mayor resiliencia en los grandes centros urbanos frente al deterioro observado a nivel nacional.
Respecto a la Población No Económicamente Activa (PNEA), el total se mantuvo prácticamente sin cambios en 42.06 millones de personas. Sin embargo, dentro de este grupo, aumentó en 586,000 la población disponible para trabajar pero que no buscó empleo, mientras que la no disponible disminuyó en 590,000.
Frente a mayo del año pasado, la PNEA creció en más de 2 millones de personas, un fenómeno que, según expertos, podría estar vinculado al efecto de los programas sociales sobre la decisión de buscar empleo.
La informalidad laboral volvió a crecer. En mayo, 54.76% de las personas ocupadas se encontraban en empleos sin reconocimiento legal por parte del empleador, una proporción superior al 54.65% de abril y al 54.32% del mismo mes de 2024.
"Es importante hacer énfasis en que la informalidad es uno de los principales problemas del mercado laboral mexicano, ya que, aunque pueda tenerse alta generación de empleo, estos no son de la mejor calidad y representan un punto vulnerable para los hogares", señaló Banco Base.