Chiapas: del movimiento zapatista al emprendedor
Lejos queda el movimiento armado que surgió en las profundidades de las montañas del sureste mexicano y que en pleno 1 de enero de 1994, cuando entraba en vigor el TLCAN , recordaba al Gobierno las carencias de una región que un par de firmas en papel no podrían borrar.
Al menos así lo consideran las mentes más jóvenes que ahora habitan el municipio de Ocosingo, en Chiapas, lugar donde se gestó el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), de acuerdo con el director de la incubadora de la Universidad Tecnológica de la Selva (UTS), Servando Jiménez.
“Ese pasado sin duda dejó huella en las nuevas generaciones, que aún siguen percibiendo la complejidad del estado con el conflicto magisterial y las más de 100 organizaciones -chiapanecas e indígenas- que todos los días tienen una demanda distinta”, dijo Jiménez. Pero, aseguró, “es algo que los tiene cansados”.
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La universidad decidió explotar esas ganas de hacer cosas nuevas en 2008, con la creación de la incubadora, que surgió de un convenio entre la Western Illinois University y la Universidad Tecnológica de Querétaro, dos instituciones que vieron la oportunidad de operar un nuevo centro para emprendedores en etapa temprana dentro de una zona compleja, como Ocosingo, pero que a la vez mostraba este potencial en las aulas.
Por ejemplo, un grupo de jóvenes de octavo cuatrimestre que desarrolló un licor a partir de la carambola, una fruta en forma de estrella que cae de los árboles y que normalmente se pudre en el suelo al no ser utilizada.
“Estamos en un estado 100% productor. Los mismos recursos son los aliados de los chicos para poder innovar y ya se están dando cuenta. Queremos que sea el nuevo movimiento de Chiapas”, contó Jiménez.
Sin embargo, existe un problema que va más allá de la aplicación de nuevas tecnologías e infraestructura para poder innovar: la cultura.
Los estudiantes creadores del licor llegaron a recibir la oferta de un productor de Tapachula para comenzar su industrialización, pero dejaron pasar la oportunidad por querer terminar la carrera.
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No fue una mala decisión, contó el director, pero cuando lo hicieron, algunos se casaron, tuvieron hijos y el equipo se separó. Esto, agregó, porque en la región aún pesan más los apoyos económicos del gobierno para la manutención de las familias.
“No somos cosmopolitas, estamos en una cuestión compleja de entender en términos culturales. También debemos fomentar las cuestiones de registro de marca, algo que en otras ciudades es indispensable, pero que aquí, o pagan por abrir su empresa o pagan para comer", afirmó.
En esto coincidió el coordinador general de la Universidad Autónoma de Chiapas, Luis Morán Villatoro. “Falta mucho qué hacer y mucho que desarrollar. Pero nosotros como academia no podemos trabajar solos”.
El gobierno de Chiapas, encabezado por Manuel Velasco Coello, ha desarrollado sus propias iniciativas desde hace cuatro años para fomentar el emprendimiento de alto impacto al otorgar alrededor de 5,700 millones de pesos en microcréditos y poner en marcha programas como el Concurso Nacional Iniciativas Emprendedoras y Juventud Emprendedora Chiapaneca.
Pero Morán Villatoro reiteró que los apoyos, tanto de la academia como de gobierno y empresas, no deben darse por separado para poder avanzar. “ Yo soy fiel creyente de que la triple hélice es el camino”, afirmó.
La "piedrita por emprender"
La Universidad Tecnológica de la Selva cuenta con una matrícula de 2,800 estudiantes de escasos recursos, provenientes de la parte norte, sur y costera de Chiapas. Es la única del municipio –el más grande del estado-. El resto se encuentran a tres horas, como en San Cristóbal de las Casas, Tuxtla Gutiérrez y Tapachula.
De este universo, uno de cada 15 alumnos tiene “la piedrita” por emprender , detalló Jiménez, que tomó las riendas de la incubadora de la UTS a partir de 2011.
Año con año, este centro recibe hasta 50 ideas de negocio, de las cuales filtra las mejores y desarrolla solo de tres a cuatro. “Son pocas, lo sé, pero es calidad”, afirmó el especialista, que para trabajar con las ideas utiliza el modelo de negocios Canvas, avalado por la Universidad Politécnica Nacional.
Sin embargo no es la única del estado. En Chiapas existen otras 12, pero solo cuatro están reconocidas por el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem). Estas son, además de la UTS, las de la Universidad Autónoma de Chiapas y el Tecnológico de Monterrey, ubicadas en Tuxtla Gutiérrez, y la que dirige la consultora privada EVOC Effort.
“Las otras han tenido el reconocimiento del Inadem, pero hay que dar resultados y si el organismo no los ve, te lo quitan”, agregó Jiménez, que por cuarto año consecutivo forma parte de la red de incubadoras a nivel nacional.
Por parte de la incubadora de la UTS se han logrado crear pequeñas empresas de joyería, textiles y alimentos en su mayoría que ahora existen y facturan en Ocosingo, San Cristóbal de las Casas y Tuxtla Gutiérrez, como El Deleite del Campo, Velarte y Piedras del Sol.
Pese a que aún se trata de empresas con baja carga de disrupción y más de tinte tradicional ,“el generarles el plan de negocio y lanzarlos al mercado formal es nuestro mejor logro, además de que nuestra condición no es cobrar por lo anterior, así logramos que más jóvenes se animen”, dijo.