A los 44 años, Patricia Aguayo sigue jugando con muñecas, pero, desde 2015, ese hobby también se convirtió en un negocio. Sus muñecas artesanales, hechas de tela y pintadas a mano, hoy se venden en mercados tan diversos como Estados Unidos, Alemania, Argentina, Gran Bretaña, Chile, Holanda y Colombia.
Todo comenzó en forma casi involuntaria hace cuatro años. Hasta entonces, Aguayo se dedicaba a la preparación de mesas de dulces para bodas y bautizos. Como elemento de decoración de esas mesas, agregaba algunas de las muñecas que fabricaba como pasatiempo personal. “Los asistentes a esos eventos comenzaron a pedirme muñecas, y empecé a subir fotos a mi Facebook”, recuerda. “Al tiempo, comencé a recibir pedidos de todo el mundo, sobre todo, de mujeres mexicanas que querían tener un pedazo del país a la distancia”.