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“Ya no podemos pensar en hacer negocios solo para ganar dinero”

José Ignacio Parada es CEO de Bioelements. La efectividad de sus ideas en la fabricación de productos biodegradables le abrió la puerta de minoristas como Miniso, Coppel y Farmacias Guadalajara.
lun 04 octubre 2021 02:36 PM
José Ignacio Parada
José Ignacio es abogado por la Pontificia Universidad Católica de Chile. El conocimiento bioquímico lo ha adquirido con el tiempo y a base de prueba y error.

Su paso por la compañía chilena de abogados Carvallo, Bizzarri y García hizo que José Ignacio Parada trabajara con empresas mineras que buscaban estar al día con sus cumplimientos legales en materia ambiental. La experiencia le sirvió para entender que un negocio es exitoso si en su modelo está la idea de generar un impacto económico, ambiental y social. Y con esta visión, en 2014 el abogado chileno fundó Bioelements, una empresa de productos biodegradables y compostables.

Recuerda que la firma del acta constitutiva se realizó en un Starbucks. Pero ni él ni su socio, Juan Eduardo Joannon, imaginaron que su primer cliente sería esta cadena de cafeterías, dos años después de la fundación de Bioelements.

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“Los primeros dos años fueron de prueba y error. Con mucho trabajo de laboratorio y poco presupuesto, queríamos ser una empresa distinta que partiera desde la innovación y el desarrollo para ofrecer una alternativa biodegradable, pues ya se hablaba de la prohibición de bolsas de plástico en Chile”, explica.

A partir de agosto de 2018, los comercios chilenos tuvieron que despedirse de las bolsas de plástico. Parada admite que esto le dio un empujón a su negocio, que además acababa de entrar al mercado peruano. Sin embargo, apunta que la clave estuvo en no dejar de perfeccionar la fórmula de los productos de su portafolio: bolsas, empaques, cubiertos y vasos, entre otros.

Esta formulación se ha modificado, hasta ahora, ocho veces. Su diferenciador, dice, es que el proceso de reciclaje es más acelerado: un máximo de dos años comparado con cualquier otro tipo de plástico, al que le tomaría alrededor de 400 años.

El empresario no duda que su fórmula continúe modificándose, ya que su estrategia es lograr el mayor número de certificaciones y alianzas con universidades para hacer estudios y más pruebas en materiales biodegradables. “En este negocio la diferencia se da en la innovación que traes”, afirma.

Así es como en los últimos años el chileno logró entrar a otros países. En Bélgica obtuvo una certificación por la TUV Austria y Vincotte, y en Perú por la Universidad Agraria La Molina.

Sin embargo, Parada asegura que Bioelements encontró en el mercado mexicano un despegue impresionante. Arribó en 2018, gracias a la colaboración con el Instituto de ingeniería de la UNAM, se certificó como empresa B y él fue seleccionado como emprendedor Endeavor en febrero de 2021.

En ventas, la empresa creció a triple dígito en el país, su cartera se amplió a 70 clientes corporativos, además de consumidores finales que compran los productos de la compañía, a través de marketplaces como Mercado Libre y de retailers como Miniso, Coppel y Farmacias Guadalajara.

El directivo atribuye estos logros a que la Ciudad de México prohibió las bolsas de plástico de un solo uso en los comercios, a que más estados de la República se sumaron a esta medida y a los nuevos hábitos de consumo, promovidos por las generaciones más jóvenes que buscan productos amigables con el medio ambiente.

El año pasado, aún con la llegada de la pandemia, Bioelements duplicó su tamaño. Invirtió 2.1 millones de dólares (mdd) en investigación y desarrollo de producto y vendió 30 mdd en total.

Desde que fundó la compañía, su mayor reto como CEO fue encontrar talento y aliados que comulgaran con su visión de triple impacto, más como abogado de profesión y sin conocimiento en bioquímica, al igual que su socio. La experiencia y profesionalización en este rubro la adquirió con la práctica y al perder el miedo de que las cosas no le salieran a la primera.

En el camino fue conformando a un equipo de biólogos, ambientalistas, bioquímicos, entre otros perfiles que no tienen como único foco hacer dinero y que lo ayudaron a que hoy Bioelements tenga convenios con 17 laboratorios y universidades, que certifican las características de su fórmula y material y contribuyen a mejorar los productos de la marca chilena.

Sus mayores aprendizajes, en cambio, fueron delegar, ser paciente y no tomar decisiones impulsivas.

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La expectativa de crecimiento

Parada estima cerrar el año con ventas a 50 mdd. En la actualidad, el retail acapara el 90% del negocio, la industria agroalimentaria el 7%, los cubiertos y vasos el 2% y los empaques el 1%. No obstante, México significa para la compañía un impulsor de los empaques de alimentos como carnes, yogurt y leche. La expectativa a corto plazo es que represente el 15% de los ingresos totales.

Este año, Bioelements invertirá 3 mdd para fabricar nuevos empaques y embalajes para alimentos. “Eso se ve como el futuro de la empresa”, augura. La estrategia a seguir es colaborar con la Universidad de Guadalajara, continuar apostando por el retail y posicionarse en Estados Unidos, pues ya obtuvo su registro y certificado de la FDA para exportar sus productos al país vecino del norte.

El plan para 2022 es llegar a Colombia, El Salvador, Uruguay y Brasil, mediante un portafolio más robusto, que destaque por el uso de su tecnología en la fabricación de cada artículo de Bioelements.

“Lo que queremos es ser una alternativa sostenible. No podemos pensar en hacer negocios solo para ganar dinero. Es muy difícil que una empresa sea exitosa si no tiene el impacto económico, ambiental y social en su ADN. El primero porque se necesita una ganancia para seguir creciendo, el segundo porque no somos entes aparte del ecosistema y el tercero porque necesitas a la sociedad para estar en un todo”, opina.

Christiane Molina, directora de Investigación del Centro de Empresas Conscientes (CEC) del Tecnológico de Monterrey, urge que las empresas se involucren más en estas temáticas. La parte ambiental y social, comenta, es una línea transversal que debe tocar todas las aristas de negocio.

“Una empresa responsable tiene un propósito claro y crea valor económico, social y ambiental a largo plazo, mediante planes y acciones intencionadas que hagan a la sociedad más próspera”, puntualiza. Más allá de la reputación y la confianza que adquiere, garantiza su permanencia en el juego.

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