“Los primeros dos años fueron de prueba y error. Con mucho trabajo de laboratorio y poco presupuesto, queríamos ser una empresa distinta que partiera desde la innovación y el desarrollo para ofrecer una alternativa biodegradable, pues ya se hablaba de la prohibición de bolsas de plástico en Chile”, explica.
A partir de agosto de 2018, los comercios chilenos tuvieron que despedirse de las bolsas de plástico. Parada admite que esto le dio un empujón a su negocio, que además acababa de entrar al mercado peruano. Sin embargo, apunta que la clave estuvo en no dejar de perfeccionar la fórmula de los productos de su portafolio: bolsas, empaques, cubiertos y vasos, entre otros.
Esta formulación se ha modificado, hasta ahora, ocho veces. Su diferenciador, dice, es que el proceso de reciclaje es más acelerado: un máximo de dos años comparado con cualquier otro tipo de plástico, al que le tomaría alrededor de 400 años.
El empresario no duda que su fórmula continúe modificándose, ya que su estrategia es lograr el mayor número de certificaciones y alianzas con universidades para hacer estudios y más pruebas en materiales biodegradables. “En este negocio la diferencia se da en la innovación que traes”, afirma.
Así es como en los últimos años el chileno logró entrar a otros países. En Bélgica obtuvo una certificación por la TUV Austria y Vincotte, y en Perú por la Universidad Agraria La Molina.
Sin embargo, Parada asegura que Bioelements encontró en el mercado mexicano un despegue impresionante. Arribó en 2018, gracias a la colaboración con el Instituto de ingeniería de la UNAM, se certificó como empresa B y él fue seleccionado como emprendedor Endeavor en febrero de 2021.
En ventas, la empresa creció a triple dígito en el país, su cartera se amplió a 70 clientes corporativos, además de consumidores finales que compran los productos de la compañía, a través de marketplaces como Mercado Libre y de retailers como Miniso, Coppel y Farmacias Guadalajara.
El directivo atribuye estos logros a que la Ciudad de México prohibió las bolsas de plástico de un solo uso en los comercios, a que más estados de la República se sumaron a esta medida y a los nuevos hábitos de consumo, promovidos por las generaciones más jóvenes que buscan productos amigables con el medio ambiente.
El año pasado, aún con la llegada de la pandemia, Bioelements duplicó su tamaño. Invirtió 2.1 millones de dólares (mdd) en investigación y desarrollo de producto y vendió 30 mdd en total.
Desde que fundó la compañía, su mayor reto como CEO fue encontrar talento y aliados que comulgaran con su visión de triple impacto, más como abogado de profesión y sin conocimiento en bioquímica, al igual que su socio. La experiencia y profesionalización en este rubro la adquirió con la práctica y al perder el miedo de que las cosas no le salieran a la primera.
En el camino fue conformando a un equipo de biólogos, ambientalistas, bioquímicos, entre otros perfiles que no tienen como único foco hacer dinero y que lo ayudaron a que hoy Bioelements tenga convenios con 17 laboratorios y universidades, que certifican las características de su fórmula y material y contribuyen a mejorar los productos de la marca chilena.
Sus mayores aprendizajes, en cambio, fueron delegar, ser paciente y no tomar decisiones impulsivas.