La revolución silenciosa del petróleo en México
El nuevo panorama de la industria energética en México luce como un terreno agreste para las empresas que resultaron ganadoras de las primeras licitaciones de la Ronda 1, y que ya enfrentan los primeros retos para tratar de rentabilizar su inversión.
El nuevo número de la revista Expansión aborda el panorama de estas compañías, que son las encargadas de abrir brecha en un entorno en el que el único operador, interlocutor, cliente o proveedor era Pemex, con el reto de hacerlo en medio de la efervescencia de las críticas.
Si logran su meta, México dará la vuelta al trauma que produjo el agotamiento de Cantarell –y que redujo en un millón de barriles diarios la producción de petróleo–. El desafío para Pemex será aprender a competir, asociarse con empresas a las que veía como proveedores o clientes, reducir sus ineficiencias, sanear sus cuentas y optimizarse.
Las nuevas empresas ya son titulares de los pozos. Algunas deberán resolver los conflictos de tierras que heredan del operador anterior (Pemex), acostumbrado a solventar las demandas sociales a billetazos, como es el caso que padece Cotemar en Veracruz. Otras esperan resoluciones regulatorias. También hay compañías que enfrentan problemas de robo de infraestructura o que deben lidiar con la amenaza del crimen organizado. Pese a ello, lo que nadie cuestiona es que el sector energético vive una revolución. Pensamos que esto es algo muy positivo para las perspectivas de crecimiento de México.
La cuarta fase de esta primera ronda, la licitación de aguas profundas, que se realizará el 5 de diciembre, será la prueba de fuego.
La Secretaría de Energía estima que, si se consideran las alianzas con Pemex en el campo de Trion de aguas profundas, esta última fase puede atraer alrededor de 45,000 millones de dólares (mdd) de inversión. En comparación, los 30 contratos de las subastas realizadas hasta la fecha dejarán, en conjunto, 7,000 mdd.
Es necesario que los contratos de exploración y producción en estos campos cumplan la triple meta de incrementar la producción de hidrocarburos, garantizar los intereses nacionales de recaudación fiscal de derechos y regalías –un objetivo esencial de la reforma es limitar el uso de Pemex como caja chica– y ofrecer incentivos atractivos a unas compañías que votan con sus inversiones por las condiciones más favorables.
Este último es un punto clave que los opositores a la reforma consideran trivial, pero no lo es en un entorno global en el que el país con mayores reservas de hidrocarburos se llama Estados Unidos. El petróleo mexicano es un activo precioso para los intereses nacionales, pero deberá serlo también para empresas que buscan maximizar el valor para sus accionistas, y que deben decidir si invertir en el golfo de México, en Nigeria o en Canadá.
El desafío de los reguladores (de hidrocarburos, energético, medioambiental) ante el ritmo acelerado en que se reinventó el sector cambiará ahora al garantizar un marco de certeza jurídica que aún tiene pendientes.
A la espera de que la cuarta fase de la Ronda 1 atraiga, finalmente, a las grandes compañías petroleras internacionales, éste es el momento de las empresas pequeñas, con menos margen de error, pero con más tolerancia al riesgo.
La revolución silenciosa ya está en marcha. Expansión se sumerge en este salvaje oeste del sector petrolero en México, y en las historias de los pioneros que buscarán conquistarlo.
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El aeropuerto de Toluca lucha por no convertirse en un elefante blanco; los hermanos que dominan (y se pelean) el mercado gamer en México; el nuevo vuelo de Comercial Mexicana; los 512 días de deterioro de la relación entre México y Estados Unidos.
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