Estados Unidos gana a México en la negociación automotriz... pero no lo noquea
México y Estados Unidos finalmente zanjaron uno de los temas más polémicos durante la renegociación del Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN): las reglas de origen para el sector automotriz.
“Hubo tres temas que atoraron la renegociación en los últimos meses: cuotas temporales a frutas y hortalizas, la cláusula sunset —bajo la cual el acuerdo sería revisado cada cinco años— y las reglas de origen en materia automotriz”, dijo Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, en conferencia de prensa.
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La regla de origen que rigió el comercio de autos en la región desde 1994 era muy laxa: el único requisito para que los vehículos que se fabrican en México, Estados Unidos y Canadá pudieran comercializarse libres de arancel en Norteamérica era que integraran un 62.5% de componentes fabricado en estos tres países.
Esto permitió a los fabricantes configurar sus vehículos de forma diversa para alcanzar ese porcentaje. Por ejemplo, con un motor proveniente de Alemania, acero mexicano y semiconductores japoneses. O con una transmisión procedente de Japón, acero estadounidense y asientos hechos en México. Cada modelo producido en México tiene un ADN diferente, pero todos lograban, con combinaciones diversas, evitar el pago de aranceles.
En el último año, el equipo negociador estadounidense presentó varias propuestas para endurecer esta regla. Hoy finalmente cambió.
Estados Unidos y México acordaron que los vehículos ensamblados en la región deberán integrar un 75% de componentes hechos en estos dos países. El otro 25% puede ser de cualquier otra parte del mundo.
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A diferencia de la regla anterior, que no establecía restricciones adicionales, la nueva estipula que, de este 75%, el 40% deben ser componentes producidos por empleados que reciban un salario igual o superior a 14 dólares la hora. Estados Unidos cumple con este requisito, pero México no.
Por ello, México solo podrá participar con máximo el 60% del contenido regional que tengan los vehículos fabricados en ambos países. No obstante, Guajardo no descarta que, en el futuro y con el fortalecimiento de los salarios mexicanos, México pueda participar en el 40% de contenido regional ligado al salario.
Guajardo destacó que el 70% de los vehículos que México exporta actualmente a Estados Unidos ya cumplen con la nueva normativa y podrán seguirse enviando a ese mercado libres de arancel.
El otro 30%, compuesto por modelos que recién se empezaron a ensamblar en el país, se podrá exportar bajo las normas de la Organización Mundial de Comercio: pagarán un arancel de 2% a 3%, dependiendo del modelo, en lo que las armadoras ajustan su base de proveedores a la nueva regla.
Pese a esta 'derrota' en las negociaciones —pues el escenario ideal para México era que las reglas de origen no cambiaran—, el país evitó el peor de los escenarios.
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Al inició la renegociación, el gobierno estadounidense quiso establecer cinco candados para que los vehículos fabricados en Norteamérica obtuvieran una preferencia arancelaria: un contenido regional de 75%; las exigencias salariales; una lista de siete componentes ‘core’ —entre ellos, el motor, la transmisión, la suspensión y el chasis— que en conjunto debían sumar 75% del contenido regional; que el 70% del acero y aluminio utilizado por los fabricantes de vehículos proviniera de Norteamérica; y eliminar la regla de rastreo.
Este último concepto daba a los fabricantes la posibilidad de que los componentes de los vehículos que fabrican en Norteamérica fueran considerados originarios de la región al 100% mientras incorporaran solo un 62.5% de insumos provenientes de Estados Unidos, México o Canadá. Este valor adicional que se gana en cada componente es lo que permite cumplir la regla actual.
En su momento, Eduardo Solís, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, calificó esta propuesta como “demasiado rígida”.
Al final, Estados Unidos, consiguió sólo dos de los cinco candados: el 75% de contenido regional y las exigencias salariales. México no consiguió nada totalmente favorable a sus intereses, pero consigue firmar un acuerdo que permitirá a la industria automotriz seguir exportando al segundo mayor mercado consumidor de vehículos.