Por ello, el alza en los aranceles tiene, según la industria automotriz del país vecino y analistas consultados, dos potenciales efectos. Por un lado, un alza en costos para los fabricantes de autos estadounidenses, la cual amenazaría 10 millones de empleos en el país vecino, según señala la Alliance of Automobile Manufacturers, la asociación de armadoras, en un comunidado. Y, paulatinamente, este incremento sería trasladado a los consumidores de aquél país.
Cualquier barrera al flujo de comercio a través de la frontera México-Estados Unidos tendrá un efecto en cascada: perjudicará a los consumidores estadounidenses, amenazará los empleos e inversiones estadounidenses, reducirá el progreso económico que la administración está intentando reavivar y posiblemente estancará los esfuerzos para ratificar el acuerdo (comercial) entre México, Canadá y el Congreso de los Estados Unidos
David Schwietert, presidente y director general interino de Alliance of Automobile Manufacturers
Efectos a corto y mediano plazo
En el peor de los casos, los aranceles de 5% a partir del 10 de junio tendrían un efecto marginal en el corto plazo, pero son potencialmente costosos en el largo plazo, según especialistas. José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), apunta que en los primeros meses no habría ajustes demasiado significativos.
“La integración de la cadena productiva alrededor del sector automotriz está diseñada a lo largo de Canadá, Estados Unidos y México, es decir, está muy claro dónde se produce cada parte de cada marca de automóvil de la región. Los aranceles probablemente tendrían afectación modesta en el corto plazo, porque sería fácil sustituir algunas partes de los automóviles que se fabrican en México”, reconoce.
El problema comenzaría cuando se acaben los inventarios.