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Estas empresas sacaron la creatividad ante el problema del sargazo

Ante la crisis que viven las playas del Caribe mexicano, varias compañías han comenzado a integrar esta plaga a sus procesos de producción.
mar 09 julio 2019 05:00 AM
Sargazo
Soluciones. Desde la producción de zapatos hasta ladrillos o biomasa: las empresas buscan alternativas para paliar la crisis del sargazo que vive el Caribe mexicano.

Las playas del Caribe mexicano tienen un visitante non grato: el sargazo. Y mientras para el sector hotelero de México representa un problema que incluso les ha obligado a bajar sus tarifas, hay empresarios que lo han transformado una gran oportunidad de negocio.

El sargazo es una macroalga marina que, debido al incremento de la temperatura en los océanos, las corrientes marinas y los vientos, se desarrolla con más rapidez. Los esfuerzos por parte del gobierno y de los hoteleros para retirarlo de las costas han sido, sin embargo, insuficientes.

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"Se necesita capturar el sargazo de manera eficiente. Falta desarrollar y almacenar de manera temporal, de una forma en que la industria privada pueda aprovechar y generar una industria sargacera”, asegura la doctora Brigitta I. Van Tussenbroek, investigadora de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales en Puerto Morelos-Quintana Roo, en el Laboratorio de Pastos Marinos.

Pisar sargazo

Mientras esto sucede, ya hay empresas con proyectos en marcha. Una de ellas es Renovare, una compañía dedicada a la fabricación de zapatos, en León, Guanajuato. Desde sus inicios, hace 10 años, se concibió como un productor de calzado sustentable, por lo que ha buscado materiales reciclables para sus productos. Conseguirlo ha sido un proceso constante de prueba y error.

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Mario Daniel López, cofundador de la marca, cuenta que al principio la idea era usar corteza de los árboles, pero este proyecto fue desechado muy pronto, cuando junto a su socio, Jorge Castro, se dio cuenta de que implicaba una tala de árboles importante y que el material no sería lo suficientemente resistente.

Tras varios intentos, los empresarios realizaron pruebas con un hilo de botellas de plástico y el resultado fue una línea de zapatos tipo choclo para dama y caballero, así como unos de tipo industrial.

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La crisis de sargazo que enfrentan las costas mexicanas supuso una nueva oportunidad de innovar para la empresa, que optó por probar con la macroalga. El resultado fue un zapato estilo deportivo con 100 gramos de sargazo en su suela. El resto está hecho de PET y estará disponible en negro, rosa y azul.

“Fuimos a Cancún, nos trajimos un poco de sargazo e hicimos pruebas. Eso fue hace 10 meses aproximadamente que nos lo trajimos a León e hicimos zapatos con suela de sargazo”, asegura López.

Sobre los costos de traslado del sargazo, López señala que, aunque se están definiendo los detalles logísticos, no es un proceso costoso.

“En Cancún buscamos la manera de triturarlo para que sea menor su volumen y así reducir gastos de envío”, asegura. “Nos han invitado a fabricar el zapato en Cancún pero no tenemos expertos en la fabricación, por eso nos quedamos en León”. El costo estimado de estos zapatos será de hasta 80 dólares y estarán disponibles en unos meses, cuando hayan alcanzado la demanda suficiente.

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Para la producción de 20,000 pares de zapatos, la firma estima necesario alrededor de 2.5 toneladas de la macroalga.

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Aprovechar la energía

También vio una forma de aprovechar y paliar así la crisis que viven las playas del sureste mexicano Andrés Muñoz, director general de Energryn, que ha desarrollado Solesyto, una marca de calentadores solares híbridos. La empresa ha realizado experimentos para incorporar el sargazo a los calentadores, una vez que se convierte en biomasa, lo cual se convierte en el sustituto perfecto de los calentadores de gas LP.

La biomasa es el residuo orgánico que, tras su descomposición, se convierte en materia energética y Muñoz asegura que el principal reto de un calentador solar como Solesyto es integrar un elemento biológico en una cadena industrial.

“Lo que buscamos en la bioindustria es convertir estos bienes naturales que tiene el país en una manera en la que México pueda conseguir independencia energética”, asegura el directivo.

Energryn tiene tres años en el mercado y ha logrado captar a más de 10,000 clientes. El precio es muy similar a un calentador convencional pero Solesyto promete un ahorro de 80% en la compra de gas. El principal beneficio de este calentador solar híbrido, aparte de su costo, es que es ecológico pues su huella de carbono es neutra, señala Muñoz.

El sargazo se cuela en las fotografías de Spencer Tunick en Tulum

De acuerdo con el empresario, el calentador ha tenido una buena respuesta de parte del sector hotelero y es que Quintana Roo es uno de los Estados donde el gas LP se vende más caro al alcanzar los 22.65 pesos por kilo, de acuerdo con la Comisión Reguladora de Energía (CRE).

Las ventas no solo se concentran en Quintana Roo, Solesyto ha llegado a otros estados como Morelos, Querétaro, Jalisco, Tabasco, Guerrero y Puebla.

Brigitta van Tussenbroek, la investigadora de la UNAM, menciona que con el sargazo se puede fabricar una sustancia antioxidante útil en la industria farmacéutica, aunque refiere que todavía se tienen que hacer algunos estudios que demuestren su efectividad. De momento, uno de los usos alternativos que recomienda es como fertilizante natural. Incluso, hay firmas como Salgax ya lo comercializan.

Otros alternativas son fabricar ladrillos con esta plaga. Blue Green México, un vivero en Puerto Morelos, planea instalar cinco fábricas de ladrillos de sargazo, la fabricación de estos ladrillos se hace de la misma manera que los ladrillos de adobe: en un horno cuya temperatura elimina el olor fétido que tiene el sargazo.

Los usos no se limitan ahí: Grupo Regio y la emprendedora Victoria Morfin crearon una firma llamada Sargánico, que se dedica a la fabricación de productos elaborados como libretas, porta vasos, portamenús y tarjetas de presentación.

El camino para que México aproveche el 100% del sargazo en la industria de alimentos o manufactura aún es largo ya que hace falta mucha investigación y pruebas en laboratorio, asegura Van Tussenbroek.

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