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México, en busca de las supersemillas

Empresas como Corteva y Syngenta trabajan en el desarrollo de tecnología de edición genética para aumentar el rendimiento de sus cosechas. Sin embargo, aún falta que llegue esta innovación al país.
jue 26 septiembre 2019 05:01 AM
Semillas
El mercado mundial de tecnología de alimentos tendrá un valor superior a los 250,000 millones de dólares para 2022.

La edición genética no solo ocurre en las películas de ciencia ficción para corregir o mejorar características de un ser humano, cada vez evoluciona más esta ciencia en el mejoramiento de semillas para el campo con el fin de generar mayores rendimientos.

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Lo que hacen estas tecnologías –que hoy se conocen como TALEN, ZEN y CRISPR/Cas9- es modificar un segmento de ADN de una planta con el propósito de mejorar su función, eliminar algún segmento perjudicial o añadir un segmento de ADN que le confiera una ventaja sobre la variedad original.

”Si quieres expresar una característica importante de una planta, tomas el gen que le confiere esa característica y lo pones en un híbrido de alto rendimiento para que, por ejemplo, resista la sequía, el exceso de humedad o para que tenga mayor tolerancia a las plagas o alguna otra característica que requiera para que sea más productiva”, explica Mario Puente, director de la Asociación Mexicana de Semilleros (Amsac), que representa a 62 empresas.

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Compañías agroquímicas multinacionales como la estadounidense Corteva Agriscience ya se encuentran trabajando con esta tecnología, que la empresa ha llamado CRISP. El proceso de análisis e investigación le tomó 15 años, pero este año logró liberar semillas piloto en Brasil y Chile. Además, también ha realizado pruebas piloto con maíz amarillo en su centro de investigación en Iowa, Estados Unidos, y generado una semilla de trigo más resistente a enfermedades y que le ayuda a madurar más rápidamente.

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“Si no encuentran que otras especies sean contaminadas con estas semillas, no serán consideradas Organismos Genéticamente Modificados”, detalla Sandra Milach, líder en Sistemas e Innovación en la crianza y producción de semillas de Corteva, durante un recorrido por su Centro de Innovación en Estados Unidos, al referirse a las semillas piloto que liberaron.

Una limitante importante de estas técnicas es que pueden dar lugar a modificaciones genéticas inesperadas en el ADN del vegetal, adicionales a las deseadas. Actualmente, hay varios grupos de investigación dedicados a reducir estos posibles riesgos por el uso de CRISPR-Cas9, detalla el documento de “Edición Genética”, de la Oficina de información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión.

Por otro lado, una de las grandes ventajas de la edición genética es que reduce el tiempo para mejorar las semillas en comparación a cuando se realiza de manera manual –que los propios agricultores vayan combinando las semillas en cada cosecha terminada para obtener una mejor—que puede llegar a tardar hasta 10 años.

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La empresa suiza Syngenta, también está trabajando en su producto llamado tecnología de edición de inducción haploide (HI-Edit), que reduce el tiempo que lleva desarrollar variedades de cultivos comerciales como el trigo, maíz, cebada y tabaco, combinada con una tecnología de edición del genoma como CRISPR-Cas9.

“Pocas variedades de cultivos comerciales responden a la manipulación genética directa por lo que, hasta ahora, hemos tenido que usar técnicas que llevan varios años y cuestan millones de dólares", dijo Tim Kelliher, miembro de Syngenta en un artículo publicado en Nature Biotechnolog . "Con este nuevo método, podemos aprovechar el potencial de las tecnologías avanzadas de edición del genoma para acelerar las mejoras genéticas en las variedades que los productores desean".

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Expansión buscó a Syngenta para hablar del tema, sin embargo, declinó dar comentarios debido a que esta tecnología no ha llegado a México de manera comercial y aún no tienen avances que puedan dar a conocer en el país.

México avanza en la investigación híbridos

En México además de las empresas agroquímicas, también las universidades y centros de investigación están involucradas en el desarrollo de esta tecnología, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav) y la Universidad Autónoma Chapingo.

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La Amsac, así como el gremio agroindustrial en general, están esperando que exista una base jurídica que les permita crear un marco regulatorio para poder comercializar estas semillas, sin miedo a una ley que prohíba su producción, como sucedió en 2004 cuando se expidió la ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados con el fin de regular la producción y comercialización organismos genéticamente modificados para evitar o reducir los posibles riesgos que estas actividades pudieran ocasionar a la salud.

“Necesitamos semillas con mejores características para poder producir más, porque no tenemos otra forma más que el uso de buenas tecnologías, no vamos a tener más agua o condiciones estables para la producción debido al cambio climático y la migración de la gente del campo, la única manera que vemos en que se puede apostar para ser más productivos es el uso de las tecnologías”, puntualiza Puente, quien asegura que la industria semillera en México invierte entre el 10 y 30% en sus ventas para la parte de investigación y desarrollo de este tipo de tecnologías.

Para avanzar en la autosuficiencia agroalimentaria que busca el actual gobierno de México en maíz amarillo y trigo es necesario que la industria tenga acceso a las nuevas tecnologías.

Un ejemplo importante en el rendimiento de los cultivos es el que ha realizado MasAgro, en conjunto con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), que han logrado crecer de 15% a 30% de la producción de nuevas semillas de maíz, en los últimos nueve años, gracias a un proceso de mejoramiento de las mismas.

“El primer paso es desarrollar híbridos competitivos, los cuales no son transgénicos, y con esto podemos avanzar y duplicar el rendimiento en agricultura. La idea es que con híbridos podríamos ir a cinco toneladas por hectárea de producción en temporal y nos daría el volumen suficientes para atender a todas las necesidades del país. Aquí estamos usando toda la biotecnología para utilizar la biodiversidad que tenemos y poder seleccionar las características que tenemos y el mejoramiento es no transgénico”, comenta Bram Govaerts, director de CIMMYT.

Cimmyt ha podido reunir 100 millones de datos, obtenidos de la hibridación de semillas, para obtener maíces con mayor tolerancia al calor, a la sequía y otras condiciones climáticas, creando 45 nuevas semillas híbridas, por lo que de darse un marco regulatorio que perita esta tecnología será determinante para combatir incluso las consecuencias del cambio climático, así como la falta de materias primas o agua están amenazando las cosechas del agricultor mexicano y del mundo.

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