La propuesta, que ofrecería un respiro al debilitado sector petrolero está aún en etapas iniciales y enfrenta grandes obstáculos pues requiere modificaciones a las leyes venezolanas, en tanto aún hay desacuerdo respecto a la manera en cómo financiar las operaciones.
Por otra parte, las sanciones de Washington prohíben que cualquier empresa estadounidense haga negocios con el régimen de Maduro sin una licencia. Las sanciones también han desalentado a las empresas no estadounidenses a invertir en Venezuela.
De lo que fue Petróleos de Venezuela, con una producción de 3.5 millones de barriles diarios, ahora queda poco. La paraestatal bombea a un mínimo histórico de 700,000 barriles por día, a pesar de tener una de las reservas petroleras más grandes conocidas del mundo. Asimismo, las reservas extranjeras del Banco Central han disminuido a su menor nivel en tres décadas, mientras que el efectivo del país suma menos de 1,000 millones de dólares.
Asamblea Nacional, la clave
Para que el Tesoro de Estados Unidos cambie su política y permita a sus compañías invertir en Venezuela, es casi seguro que requerirá la aprobación del líder opositor Juan Guaidó, quien cuenta con el respaldo de Washington por sobre Maduro y es el presidente de la Asamblea Nacional, donde se aprueban las leyes.