Como podemos observar, desde su proclamación, este tema ha sido un asunto que preocupaba mucho al mandatario. Para Trump, el déficit que presentaba Estados Unidos en materia comercial era algo intolerable, pendiente de corregir durante su mandato. El supuesto favor de la autoridad arbitraria a otras economías como China estaba teniendo un impacto negativo en la economía americana, ya que el gigante asiático atendía a prácticas desleales -como la devaluación monetaria- para mejorar su competitividad, exportar más y, así, superar a Estados Unidos en volumen de comercio.
De una forma más compleja, pero pudiendo considerarse como un buen resumen, fue como surgió la disputa comercial entre las dos principales economías del mundo. A su vez, también la revisión de los tratados de comercio con otros socios comerciales como México -con quien comparte incluso procesos de producción- o Canadá, y también con Europa. Una cruzada del nuevo Gobierno estadounidense para corregir la supuesta descompensación que sufrían las relaciones comerciales que mantenía Estados Unidos y que, al margen de ello, estaban dañando, por todos los frentes, la economía norteamericana.
Sin embargo, pese a todas las disputas, el Presidente norteamericano, desde su llegada al Gobierno, no ha podido corregir ese déficit comercial. Incluso, si vemos los registros que muestra en estos momentos el indicador, podemos observar cómo está; pese a reducirse en 2019, no ha dejado de crecer, incluso alcanzando picos que lo situaron en niveles de 2009. En otras palabras, lo que a priori representaba un problema a corregir, pese a los esfuerzos, solo tuvo un efecto negativo en la balanza comercial, postergando así la situación de inicio.
El asunto puso a Donald Trump bastante nervioso, ya que el organismo supervisor, la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés) siempre fallaba a favor de China, considerando que las acusaciones de Estados Unidos no tenían el fundamento deseado por el magnate, una situación que llevó a Donald Trump a amenazar al organismo, ya no solo con la imposición de aranceles para la compensación de los efectos negativos, sino a abandonar, incluso, a dicha organización, así como el futuro, y posible incumplimiento de las normas que rigen, hasta ahora, los mercados internacionales.