En México, los decesos por esta enfermedad sumarán más de 91,000, predice la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, que pertenece a la OMS. El dato es casi similar a los decesos registrados por la COVID-19 hasta el 16 de octubre en el país.
Y aunque parece que la industria está volcada por completo en atender la actual crisis sanitaria, la realidad es otra.
“El paciente no puede esperar a que pase la pandemia”, señala José Manuel Caamaño, director de Takeda México, Centroamérica y Caribe. Esta filial de la compañía japonesa obtuvo en marzo la aprobación de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para la formulación subcutánea de vedolizumab, un tratamiento para pacientes con colitis ulcerativa y la enfermedad rara de Crohn.
“Llevamos dos años planeando el lanzamiento, y hoy estamos ocupando la tecnología para poder difundir y contactar a los médicos y disipar dudas”, menciona Caamaño, quien reconoce que podría pensarse que este no es el mejor momento para lanzar un nuevo producto, sobre todo para un padecimiento con baja incidencia.
La enfermedad de Crohn afecta el intestino delgado y el colon, y aunque es de baja prevalencia, tiene una alta incidencia en la calidad de vida. Es razón suficiente, según el directivo, para que las personas tengan el producto disponible. Más aún: la enfermedad no tiene cura y puede derivar en cáncer colorrectal, un mal que en México se cobró la vida de 7,000 personas en 2018. A nivel global, este tipo de cáncer causará la muerte a unas 870,000 personas, en 2021, y será uno de los tres más mortales en el mundo, por debajo del cáncer de pulmón, tráquea y bronquios y el de hígado, y por encima del cáncer de estómago y de mama.