Y logró un acercamiento con el sector energético, pero no a través del lucrativo negocio de gas shale, si no al vender Agronitrogenados, una planta con casi dos décadas sin funcionar y que ha sido popularmente denominada como ‘chatarra’, a la estatal Pemex. Este movimiento fue el que le llevó a ser detenido en 2019 en España y hoy, años después de la venta, enfrenta un proceso penal ante el Estado mexicano.
El desarrollo que prometía el exmandatario priista no llegó, ni siquiera para el dueño de AHMSA. Su compañía no se encuentra en el mejor momento financiero, aunque él sigue presidiendo el consejo de administración.
En diciembre los accionistas de Grupo Acerero del Norte, la sociedad controladora de AHMSA, anunciaron la venta a Alianza Minerometalúrgica Internacional del 55% de la compañía.
Y, desde ayer, Ancira Elizondo duerme en el Reclusorio Norte, en donde enfrenta una audiencia por la venta de Agronitrogenados, un caso por el que también el priista Emilio Lozoya, ex director de la petrolera estatal, enfrenta cargos.
Los nexos de Ancira con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tienen una larga historia. Fue Carlos Salinas de Gortari, uno de los exmandatarios priistas más emblemáticos, con quien Ancira comenzó a edificar sus negocios que lo llevarían a ser llamado ‘el rey del acero’.
A principios de los noventa y en medio de la privatización de varias industrias que se habían mantenido bajo el control del Estado, Grupo Acerero del Norte, la sociedad de la familia Ancira, ganó la licitación para hacerse de la entonces paraestatal en 1991.
El empresario, un abogado que encontró mayor habilidad en los negocios, fue nombrado también en 1991 como el primer director general de la ya compañía privada.
Dos años después ya había sido nombrado presidente de la Cámara Nacional del Hierro y el Acero (Canacero), el organismo del sector más importante y en el que repitió el cargo en cinco ocasiones. Su solidez en los negocios y su importancia en el ecosistema empresarial avanzaban rápidamente.
El plan de la familia de Ancira parecía haber sido de buen tino. Comenzó un agresivo proyecto de modernización para lo cual adquirió una gran cantidad de deuda de bancos mexicanos y extranjeros como Bank of America, Chase Manhattan Bank y JP Morgan.
Pero el empuje de los Ancira duró pocos años. A finales de los noventa, la misma década en la que hicieron la adquisición, un desplome en los precios internacionales del acero llevaron a AHMSA a enfrentar una seria crisis con sus acreedores y los bancos prestamistas.
Los años siguientes se dieron entre continuas negociaciones con los bancos y los acreedores y dos intentos de fusiones con otras compañías, para lograr salvar a la acerera, que no lograron ser completadas.
La compañía cargaba con la mayor suspensión de pagos privada de toda Latinoamérica, con una deuda de 2,300 millones de dólares. Los bancos y acreedores comenzaron una serie de litigios y negociaciones de las que no salieron triunfantes.