Otro punto a favor de la aerolínea es la nueva estructura de costos que está manejando, que se suma a la adición de nuevas familias tarifarias que dan mayores opciones personalizadas de precio y servicios, pero con beneficios como los alimentos y bebidas a bordo, con lo cual no se cae en la “trampa de las low-cost”, agrega el especialista de ICF.
En la parte internacional, Aeroméxico tiene el potencial de aprovechar su alianza comercial con la aerolínea estadounidense Delta para ir por el mercado transfronterizo, en el que Volaris y Viva Aerobus también han puesto el ojo. A ello se suma la alianza con la sudamericana LATAM Airlines, concretada a través de un código compartido en vuelos hacia Brasil y Colombia.
“Ahorita Aeroméxico usa cierta flota de Delta en Estados Unidos, y hacia el sur con LATAM son esas sinergias operativas que permite combinar una serie de equipamientos aéreos sin desgastarse y sin ir con ocupaciones a medias”, considera Fernando Gómez Suárez, analista del sector aéreo.
Al momento, Aeroméxico tiene la intención de ir primordialmente por el mercado norteamericano, pero a la larga planea reforzar sus operaciones en Centro y Sudamérica, Europa y eventualmente Asia, un mercado que aún presenta varias restricciones de viajes y que ha priorizado los viajes internos. De ahí que Conesa prevé que en un futuro no necesariamente haya una mayor concentración de los ingresos en el mercado internacional. “Yo lo veo mucho más equilibrado, más 50%-50%, porque el (mercado) doméstico va a ser más rentable, porque con las tarifas que había antes del COVID todo mundo perdía dinero”.
Conforme Aeroméxico se acerca al momento de concluir su reestructura –un proceso que suele durar un promedio de 15 meses, dice Conesa, sin comprometerse a ese plazo–, la compañía podría estar por atravesar un cambio de fondo clave: el de sus accionistas.
Como acreedor, Apollo Global Management tiene la opción de convertir el segundo tramo del DIP Financing –de 800 mdd– en acciones una vez que la compañía finalice su reestructura, o bien, cobrar el monto otorgado. Su entrada como accionista está sujeta a ciertas condiciones y aprobaciones corporativas, pero diluiría la participación de Delta, que tiene 49% del capital de la aerolínea.
Al respecto, el CEO de Aeroméxico afirma que en la nueva estructura de la aerolínea tiene que haber participación de mexicanos conforme a la Ley de Inversión Extranjera, mientras que la alianza comercial con Delta no se verá afectada. “Si Delta participa o no en el capital del nuevo Aeroméxico, es una cosa que también tendrá que valorar junto con Apollo. Dependerá de la valuación de la empresa (al salir del Capítulo 11), y si quieren meterle capital o no”, dice el directivo”.
Una posibilidad es que Apollo tome la opción de convertir la deuda en acciones para luego venderlas a un precio elevado cuando la empresa se revalore, considera Ozores. “Si está invirtiendo es porque ellos confían en dos cosas: el mercado de la aviación en México, en Aeroméxico y el management team y, por extensión, en Delta (…) Tienes que creer en ellos y en su capacidad de gestionar a la aerolínea durante y después de la crisis; Apollo no es experto en gestionar aerolíneas, sino que da un voto de confianza al plan de la administración actual”, dice.
Sin embargo, el directivo afirma que seguirá habiendo participación de accionistas mexicanos, entre quienes se encuentran Eduardo Tricio Haro, José Antonio Tricio Haro y Valentín Diez Morodo, titulares de entre 1% y 10% de las acciones en circulación.
De momento, la compañía está enfocada en dar solución a sus compromisos más inmediatos, pero la claridad sobre los accionistas podría llegar pronto. “Hoy no tengo yo la respuesta a esto, pero sin duda en los siguientes dos o tres meses lo vamos a saber”, concluye Conesa.