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Subastas Morton: todo comenzó con unos catálogos, una lona y un auto robado

El negocio de las subastas mueve miles de millones de dólares al año, pero en México no había empresas dedicadas a ello. Luis López Morton fue el pionero.
vie 25 febrero 2022 01:55 PM
Luis López Morton
Luis López Morton es un coleccionista empedernido y creó una empresa para satisfacer su afición.

Luis López Morton es un coleccionista empedernido. Su oficina lo demuestra: de las paredes cuelgan cuadros y fotos, y las mesas y libreros están llenos de esculturas y figurillas de caballos adquiridas en subastas. El empresario ha pasado décadas ‘cazando’ piezas artísticas de estos animales. Pero no es lo único. Un enorme candelabro que cuelga de la estancia de doble altura de la casa-sede de su empresa, un piano de cola y hasta su escritorio también fueron adquiridos en pujas. “Podrías amueblar una casa entera con artículos de segunda mano”, asegura.

El fundador de Morton Subastas está convencido de que los buenos compradores son aquellos que aprecian la calidad, más que el olor a nuevo. Hay artículos que suben su valor con el paso del tiempo, como las obras de arte; aunque otros lo pierden cuando entran al mercado de segunda mano, como los artículos de decoración o las vajillas. La clave está en saber cuándo es momento de comprar y cuándo, de vender. Y él lleva más de 30 años haciéndolo.

Por la sala de subastas de su empresa han desfilado obras de Diego Rivera, Francisco Toledo y Dr. Atl, primeras ediciones de libros, joyas, autos de colección, artículos de porcelana, muebles, vinos e instrumentos musicales. También ha vendido las medias de seda negra que usó Maximiliano de Habsburgo cuando lo fusilaron en 1867, en el cerro de las Campanas. “Hay mercado para todo y para todos”, dice el empresario. “Muchos compradores buscan una conexión con un objeto o una persona, por lo que simboliza para ellos. Otros solo quieren presumirlos en su casa”.

López Morton realiza alrededor de 80 subastas de arte y antigüedades al año. Asegura que son una buena alternativa para que las personas obtengan un precio justo por sus objetos –a diferencia de una casa de empeño, dice–, mientras que los compradores se benefician de la oportunidad de influir en el precio del producto. En el medio está la casa de subastas, que obtiene una comisión por cada artículo vendido.

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Una noche fría de diciembre

Las subastas de arte y antigüedades son un negocio global que recauda cerca de 50,100 millones de dólares al año, según el informe de 2020 de Art Basel & UBS, pero a finales de los 80 no había empresas dedicadas a ello en México. Algunos objetos se vendían con anticuarios o en galerías de arte. Ante la oportunidad, López Morton fundó en 1987 la casa de subastas que ahora lleva el apellido de su familia. Empezó como una casa de antigüedades llamada Galerías Louis Morton y el 6 de diciembre de 1988 hizo su primera subasta.

“Fue un desastre”, recuerda. “Hicimos un catálogo pequeño con algunas fotos de los 100 lotes que íbamos a subastar. Imprimimos 1,000 catálogos en blanco y negro. Metimos la mitad en uno de los coches de los socios, pero cuando salimos ya se habían robado el auto con los catálogos dentro”.

A ese primer ejercicio asistieron muy pocas personas, la mayoría, familiares y amigos. “No había un salón de subastas ni un subastador profesional. Hacía mucho frío y solo teníamos una lona. Vendimos el 35% de las piezas. Terminamos regalando muchas de las cosas”.

Al siguiente año hizo dos subastas más y en 1990 realizó la primera de arte moderno. Aprendió sobre la marcha y entendió las tres claves detrás de una puja exitosa: el objeto, el precio de salida y el subastador.

“No cualquiera puede subirse al estrado, tiene que ser alguien carismático, que sepa encender los ánimos y tener el pulso de la sala para saber hasta dónde elevar la puja y cuándo hay que detenerla”, dice López Morton. “Todas las subastas son diferentes. Nuestro trabajo es convertir en dinero lo que la gente nos trae”.

Subasta de Porsche 911 Turbo S 'One of a Kind'
Eduardo López Morton, gerente de Administración y Finanzas de la compañía.

La empresa también tiene valuadores especializados en arte moderno, contemporáneo, antigüedades, joyería y vinos. Además de hacer búsquedas de obras y negociar con los clientes, realizan análisis de mercado para poder establecer un precio adecuado. “Somos referencia en valor de mercado. Casi siempre las obras y objetos se quedan dentro del rango que nosotros establecemos”, dice Sofía Duarte, gerente del departamento de Arte Moderno.

El evento más importante de la compañía es el de arte latinoamericano. El último se celebró el 18 de noviembre, cuando se pusieron a la venta 187 piezas, entre ellas, El duelo, de Rodolfo Morales, La muchacha del diablito 3, de Jorge González Camarena, y Antes de la tormenta, de Tomás Sánchez, un paisajista cubano del que no se subastaba nada desde hacía seis años. También se ofertaron, con un precio de salida de medio millón de pesos, dos bocetos de David Alfaro Siqueiros, en donde plasma la distribución de los murales del Poliforum.

Aunque Morton se ha vuelto un referente en las subastas de obras de arte, la esencia del negocio son las antigüedades. Cada sábado oferta alrededor de 300 lotes de objetos de segunda mano, desde primeras ediciones de libros y cuadros hasta muebles, vajillas o artículos de decoración. La mayoría de los objetos son propiedad de personas que desean venderlos. “Los divorcios y las herencias son nuestra principal fuente de objetos. Nosotros en realidad no escogemos lo que vendemos, sino que nos llega”, cuenta el empresario.

Además, empresas como Bimbo o FEMSA contratan sus servicios para subastar flotillas de vehículos de reparto. Otras, como Grupo Volkswagen, han realizado la puja de ediciones especiales de algunos autos, como el Porsche 911 ‘One of a Kind’, un modelo único hecho en homenaje al piloto mexicano Pedro Rodríguez, o el último Golf GTI producido en México.

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¿Futuro digital?

El impacto de la pandemia se vio en las galerías de arte, pero menos en las casas de subastas. Varias de ellas, como Morton, supieron leer el mercado y se movieron rápidamente hacia el mundo digital. Una de las claves para que una empresa familiar garantice su permanencia es saber adaptarse a los cambios, afirma Ernesto Bolio, profesor del área de Política de Empresa del IPADE. “Aquellas que no lo hagan están condenadas”.

Las subastas en línea mantuvieron a flote el negocio durante el confinamiento. Y ahora, Eduardo López Morton, hijo del fundador y uno de los cuatro subastadores de la casa, está explorando nuevas áreas de negocio, como los NFT, archivos digitales encriptados y autenticados con la tecnología blockchain. La obra Viva, del artista contemporáneo mexicano Juan Carlos del Valle, fue el primer NFT subastado en México. Alcanzó un valor de 90,000 pesos en una puja organizada por Morton.

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La obra "Viva" de Juan Carlos del Valle fue concebida para existir eternamente en el espacio digital. Morton subastó la obra NFT del artista contemporáneo en junio de 2021.

Pero Luis López Morton es un aficionado a las pujas presenciales. Le gusta asistir a ellas, visitar mercados de pulgas y leer sobre arte. Así desarrolló un buen ojo para comprar. Entre sus últimas adquisiciones está un caballo de porcelana por el que pagó 800 pesos, un tercio del precio que había visto en tiendas. Es inevitable pedirle un consejo para hacer una buena compra. “Yo siempre digo: compra lo que te gusta. Esa es la mejor inversión”.

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