"La empresa sigue trabajando a plenitud en Rusia", dijo en un comunicado. "Los accionistas extranjeros transfieren su participación para que sea gestionada por socios rusos y puedan volver al mercado más adelante", añadió, o "(...) cesa definitivamente sus operaciones en Rusia, cierra la producción y despide a los empleados".
Ningún camino está exento de riesgos. Los que se queden podrían enfrentarse a una reacción en los mercados occidentales, donde el público se ha unido a la causa ucraniana, los que transfieran acciones podrían estar entregando las llaves con pocas garantías, mientras que los que abandonen podrían enfrentarse a una gran pérdida en el mejor de los casos.
La invasión rusa ha llevado a Estados Unidos y Europa a imponer amplias sanciones, que afectan a todo, desde los sistemas de pago globales hasta una serie de productos de alta tecnología, lo que hace que hacer negocios en Rusia sea cada vez más complejo y precario.
Para los rusos de a pie, esto significa una profunda penuria económica.
Algunas multinacionales, como las grandes empresas de energía BP y Shell ya han dicho que se retiran, mientras que otras se han abstenido de abandonar Rusia por ahora. TotalEnergies ha dicho que se quedaría pero que no invertiría más.
IKEA anunció el jueves sus planes de cerrar tiendas, pero dijo que pagaría a sus 15,000 empleados rusos durante al menos tres meses.