La compañía ha dicho públicamente que sus envíos podrían reducirse hasta 435,000 barriles diarios durante este año, a medida que se incremente el proceso en sus seis refinerías y la producción de combustibles.
Pero el plan avanza de manera lenta. Los seis complejos de refinación resitraron un aumento en su uso al procesar 800,000 barriles de petróleo en enero pasado, lo cual aún se encuentra lejos de la meta prometida desde 2019, que plantea procesar entre 900,000 y 1 millón de barriles de petróleo.
La estatal aumentó su cantidad de exportaciones de crudo, toda vez que no logró utilizar todo el hidrocarburo almacenado en sus refinerías. “A pesar de que en febrero se alcanzó un alto promedio de proceso en el Sistema Nacional de Refinación, aún había crudo que estaba en almacenamiento del mes anterior”, dijo una fuente al interior de la compañía.
En el discurso, Pemex y la administración del presidente López Obrador han mantenido la premisa de eliminar en su totalidad las exportaciones de crudo en 2023, a pesar del golpe que implicaría en las finanzas públicas. Los planes de la estatal también marcan que en ese mismo año se alcanzaría la autosuficiencia en combustibles.
Pero la rápida recuperación en la demanda de combustibles tras los momentos más álgidos de la pandemia de Covid-19 y la invasión rusa a Ucrania –que ha aumentado el nerviosismo en los mercados– han disparado los precios internacionales del petróleo y han hecho de la exportación un negocio más rentable para la compañía.
La mezcla mexicana registró hace unas semanas precios por encima de los 100 dólares, e incluso el 8 de marzo el crudo mexicano de exportación cerró en 119.62 dólares por barril . Esto representó el precio más alto en 13 años, aunque en los últimos días la tendencia ha ido a la baja.
Analistas han explicado que continuar con niveles altos de exportación en medio de la tendencia al alza en los precios del petróleo permitiría a la compañía incrementar su flujo de efectivo y a la Secretaría de Hacienda obtener los ingresos suficientes para continuar con el subsidio a los combustibles y cumplir con una de las principales promesas presidenciales, que se basa en no incrementar de manera drástica los precios de las gasolinas.