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Las dudas se alzan a la par de la inauguración de la refinería Dos Bocas

La apuesta por una nueva refinería preocupa en un entorno financiero desafiante para Pemex, aunado a una tendencia de transición energética que busca desplazar cada vez más los combustibles fósiles.
jue 30 junio 2022 04:00 AM
Refinería Dos Bocas
El presidente López Obrador inaugura este viernes la refinería Olmeca, en su estado natal.

Las opiniones sobre Dos Bocas parecen homogéneas: no es un buen momento para construir una nueva refinería. La edificación comenzó plagada de advertencias sobre el presupuesto anunciado, que era mucho menor al necesario, y que la inversión puede volverse obsoleta en un mediano plazo, a medida que avanza la transición energética. Pero todo fue oídos sordos y la administración morenista decidió poner capital en el negocio en el que históricamente Pemex ha sido menos eficiente: el de refinación.

El complejo será inaugurado en un momento muy distinto a cuando fue anunciada. Después de la pandemia, el mundo experimenta una desaceleración económica, niveles de inflación no vistos en varios años y precios máximos en los combustibles. Por ahora, las grandes empresas refinadoras están registrando márgenes de ganancia que han tocado niveles récord, pero nadie está seguro de cuánto tiempo dure esta racha y de cómo podría ser aprovechada por Pemex y Dos Bocas, que ya será inaugurada, pero que aún no comenzará a producir combustibles.

"La refinación ha visto altos márgenes en Estados Unidos últimamente, pero en México, debido a las ineficiencias y pérdidas que históricamente ha registrado la división de Pemex, eso me hace preguntar si Dos Bocas va a correr eventualmente con la misma suerte", dice Adrián Duhalt, un investigador del Baker Institute. En los últimos 10 años –desde 2011– Pemex Transformación Industrial, la división de la estatal que tiene el negocio de refinación, ha registrado pérdidas anuales por 116,000 millones de dólares, según un análisis publicado ayer por el Instituto Mexicano de la Competitividad (Imco).

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Las advertencias han venido de muchos frentes: analistas, agencias calificadoras y los más grandes organismos financieros. Quizá la mayor provino desde el Fondo Monetario Internacional, que en octubre de 2020 recomendó a México posponer los planes de la refinería para aminorar la carga a las finanzas públicas y llevar esos recursos hacia otros “usos más productivos”. La respuesta presidencial desestimó la recomendación.

Desde el anuncio, las agencias calificadoras dijeron que Dos Bocas no sumaría al mejoramiento de las finanzas de la petrolera estatal. La recomendación ha sido constante desde que se dio a conocer que el proyecto será inaugurado; un mejor aprovechamiento de los recursos financieros sería destinarlos a las actividades de exploración y producción de crudo. En su último reporte, Fitch no se refiere en concreto a la refinería Olmeca, pero dice que el perfil crediticio de Pemex podría verse afectado como resultado del aumento en inversiones en refinación, “especialmente si es a costa de reducir inversiones en exploración y producción y aumentar el apalancamiento”.

La petrolera perdió el grado de inversión en el primer trimestre de 2020, después de que Fitch y Moody's hicieran ajustes a sus respectivas calificaciones.

Moody’s dijo en su última opinión de crédito, de febrero pasado, sobre Pemex que la refinería supondrá una carga de recursos de gestión para la petrolera, a pesar de que ha sido financiada por la Secretaría de Energía. “Cuando se complete la construcción de la refinería de Dos Bocas, y la capacidad operativa de las refinerías existentes se incrementa según lo previsto, esto añadirá exposición a un menor margen de producción de combustible y reducirá las exportaciones de crudo de Pemex y la generación de ingresos en dólares estadounidenses, aumentando su riesgo crediticio”, se lee en el documento. Los mismos señalamientos han sido versados desde el anuncio de la construcción.

Refinerías subutilizadas

Alrededor de la refinería también se han alzado las dudas sobre si el país tendrá la cantidad suficiente para suministrar petróleo al nuevo complejo de Tabasco. El presidente ha dicho que el país no regresará a las importaciones para cubrir con las demandas de las refinerías, e incluso aseguró que se acabará con las exportaciones para cubrir con esto último. Pero los cálculos no dan, dicen los analistas. El plan presidencial busca llevar el uso de las seis refinerías ya en funcionamiento hasta su 85%, lo que implicaría procesar alrededor de 2.5 millones de barriles diarios en 2024.

La producción petrolera se ha estancado en 1.6 millones de barriles diarios y por ahora, no hay señales de aumento de esta cifra en el corto o mediano plazo. Pemex no ha modificado sus estrategias referentes a la extracción de petróleo.

Las opiniones más comunes contra la refinería argumentan un avance de la transición energética, que se ha acelerado aun más con la pandemia. Su inauguración se da en medio de un ola de cierres de complejos de refinación que se aceleró también durante la emergencia sanitaria.

Desde el inicio de la pandemia, ocho refinerías en Estados Unidos han anunciado un próximo cierre de sus instalaciones. Estas acciones suelen ser prolongadas y llegar a tardar hasta una década. Compañías como Phillips 66, Marathon Petroleum y Shell se han sumado a la lista de empresas que se desharán de uno de sus activos de producción de combustibles.

Las compañías que han decidido apagar sus complejos están encontrando otro problema: encontrar compradores para sus refinerías. Shell, que vendió el complejo de Deer Park a Pemex, cerrará de manera permanente su refinería en Louisiana porque no pudo encontrar un comprador y el activo dejó de ser rentable por la pandemia. Otra fracción de compañías están optando por la conversión de sus activos, para que estos sean ahora productores de biocombustibles.

Las empresas ya no quieren gastar grandes cantidades en el mantenimiento de los complejos de refinación, dicen los analistas. La presión por convertir sus negocios hacia algo más en línea con la transición energética está desalentando el atractivo del sector de refinación. Las inversiones suelen ser cuantiosas, pero ya no hay garantía de que exista un retorno en el largo plazo. ​​La consultora IHS Markit dice que en 2050 la demanda mundial de refinados no rebasará los 75 millones de barriles diarios. La oferta actual ya rebasa los 100 millones de barriles. En algunas décadas, casi 25% de la capacidad será subutilizada.

Pero dentro de este panorama, hay también otra fracción de economías que siguen apostando por los refinados y también tienen en marcha nuevos proyectos. Actualmente la capacidad de refinación a nivel mundial es de 105 millones de barriles diarios. Los estimados de Global Data apuntan a que estos nuevos proyectos sumarán alrededor de 10% más capacidad a la oferta internacional. La firma dice en un reporte de hace unas semanas que hay alrededor de 215 nuevos proyectos para adherir capacidad de refinación. No sólo México está apostando por nuevos complejos, pues India, China y Nigeria encabezan el listado.

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