Las advertencias han venido de muchos frentes: analistas, agencias calificadoras y los más grandes organismos financieros. Quizá la mayor provino desde el Fondo Monetario Internacional, que en octubre de 2020 recomendó a México posponer los planes de la refinería para aminorar la carga a las finanzas públicas y llevar esos recursos hacia otros “usos más productivos”. La respuesta presidencial desestimó la recomendación.
Desde el anuncio, las agencias calificadoras dijeron que Dos Bocas no sumaría al mejoramiento de las finanzas de la petrolera estatal. La recomendación ha sido constante desde que se dio a conocer que el proyecto será inaugurado; un mejor aprovechamiento de los recursos financieros sería destinarlos a las actividades de exploración y producción de crudo. En su último reporte, Fitch no se refiere en concreto a la refinería Olmeca, pero dice que el perfil crediticio de Pemex podría verse afectado como resultado del aumento en inversiones en refinación, “especialmente si es a costa de reducir inversiones en exploración y producción y aumentar el apalancamiento”.
La petrolera perdió el grado de inversión en el primer trimestre de 2020, después de que Fitch y Moody's hicieran ajustes a sus respectivas calificaciones.
Moody’s dijo en su última opinión de crédito, de febrero pasado, sobre Pemex que la refinería supondrá una carga de recursos de gestión para la petrolera, a pesar de que ha sido financiada por la Secretaría de Energía. “Cuando se complete la construcción de la refinería de Dos Bocas, y la capacidad operativa de las refinerías existentes se incrementa según lo previsto, esto añadirá exposición a un menor margen de producción de combustible y reducirá las exportaciones de crudo de Pemex y la generación de ingresos en dólares estadounidenses, aumentando su riesgo crediticio”, se lee en el documento. Los mismos señalamientos han sido versados desde el anuncio de la construcción.
Refinerías subutilizadas
Alrededor de la refinería también se han alzado las dudas sobre si el país tendrá la cantidad suficiente para suministrar petróleo al nuevo complejo de Tabasco. El presidente ha dicho que el país no regresará a las importaciones para cubrir con las demandas de las refinerías, e incluso aseguró que se acabará con las exportaciones para cubrir con esto último. Pero los cálculos no dan, dicen los analistas. El plan presidencial busca llevar el uso de las seis refinerías ya en funcionamiento hasta su 85%, lo que implicaría procesar alrededor de 2.5 millones de barriles diarios en 2024.
La producción petrolera se ha estancado en 1.6 millones de barriles diarios y por ahora, no hay señales de aumento de esta cifra en el corto o mediano plazo. Pemex no ha modificado sus estrategias referentes a la extracción de petróleo.
Las opiniones más comunes contra la refinería argumentan un avance de la transición energética, que se ha acelerado aun más con la pandemia. Su inauguración se da en medio de un ola de cierres de complejos de refinación que se aceleró también durante la emergencia sanitaria.
Desde el inicio de la pandemia, ocho refinerías en Estados Unidos han anunciado un próximo cierre de sus instalaciones. Estas acciones suelen ser prolongadas y llegar a tardar hasta una década. Compañías como Phillips 66, Marathon Petroleum y Shell se han sumado a la lista de empresas que se desharán de uno de sus activos de producción de combustibles.
Las compañías que han decidido apagar sus complejos están encontrando otro problema: encontrar compradores para sus refinerías. Shell, que vendió el complejo de Deer Park a Pemex, cerrará de manera permanente su refinería en Louisiana porque no pudo encontrar un comprador y el activo dejó de ser rentable por la pandemia. Otra fracción de compañías están optando por la conversión de sus activos, para que estos sean ahora productores de biocombustibles.
Las empresas ya no quieren gastar grandes cantidades en el mantenimiento de los complejos de refinación, dicen los analistas. La presión por convertir sus negocios hacia algo más en línea con la transición energética está desalentando el atractivo del sector de refinación. Las inversiones suelen ser cuantiosas, pero ya no hay garantía de que exista un retorno en el largo plazo. La consultora IHS Markit dice que en 2050 la demanda mundial de refinados no rebasará los 75 millones de barriles diarios. La oferta actual ya rebasa los 100 millones de barriles. En algunas décadas, casi 25% de la capacidad será subutilizada.
Pero dentro de este panorama, hay también otra fracción de economías que siguen apostando por los refinados y también tienen en marcha nuevos proyectos. Actualmente la capacidad de refinación a nivel mundial es de 105 millones de barriles diarios. Los estimados de Global Data apuntan a que estos nuevos proyectos sumarán alrededor de 10% más capacidad a la oferta internacional. La firma dice en un reporte de hace unas semanas que hay alrededor de 215 nuevos proyectos para adherir capacidad de refinación. No sólo México está apostando por nuevos complejos, pues India, China y Nigeria encabezan el listado.