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David contra Goliat: la búsqueda de una comunidad por devolver manglar a Tabasco

Dos hermanos han liderado por más de 15 años la siembra de 250 hectáreas de mangle, una superficie similar a la vegetación destruida por la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas.
mié 29 junio 2022 04:00 AM
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Remedios (izquierda) y Rutilio Hernández León son los líderes de la reserva Río Playa.

Comalcalco, Tabasco. Cuando se le pregunta a Remedios Hernández qué significa para él la reserva Río Playa, dice que es “un proyecto que da vida”. A unos 15 kilómetros de donde hoy se construye la refinería Dos Bocas , él, su hermano Rutilio y otros ejidatarios han logrado sembrar unas 250 hectáreas de mangle, un árbol leñoso que se da de manera natural en algunas zonas costeras –como donde hoy está ya el proyecto presidencial–, pero no en Río Playa, donde se ha convertido en un símbolo de resistencia dentro de un territorio históricamente definido por la actividad petrolera.

La historia de Remedios, de Rutilio y de Río Playa no comenzó a la par del megaproyecto. “Sería injusto decir que Río Playa comenzó con la refinería”, señala el primero. Pero la construcción del complejo les recuerda las afectaciones que por años ha ocasionado la industria petrolera –principalmente la estatal Pemex– en Tabasco, y ha despertado el temor sobre la contaminación que traerá en el futuro. Para la construcción, el gobierno federal acabó con 270 hectáreas de vegetación, según Global Forest Watch. Ahí, antes se extendía una enorme zona selvática, rodeada por un manglar y un río que rodea algunos municipios de Tabasco y desemboca en el mar.

El manglar aún se observa cuando se pasea en lancha sobre el río, pero la escena de un terreno árido es la que ahora prevalece en Paraíso. “Nos hemos dado cuenta que los manglares son nuestra protección ante las tormentas y los huracanes, gran parte de lo que había en Paraíso fue derribado. Ahora lo que nos está protegiendo son nuestros manglares, los que nosotros sembramos”, dice Remedios, sentado en el patio de la casa de su hermano Rutilio.

De alguna manera, estos ejidatarios del municipio de Comalcalco han sembrado una cantidad de mangle similar a la que se destruyó para la construcción de la refinería.

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El inicio de Río Playa se remonta a hace más de 20 años, cuando en medio del auge petrolero de Pemex –que en 2004 logró su producción más alta, de casi 3.4 millones de barriles diarios–, una gran cantidad de plataformas para la extracción y procesamiento de crudo llegó a Tabasco, y con ello el agua salada comenzó a invadir el terreno en donde Remedios y el resto de los ejidatarios sembraban sus pastizales para alimentar a su ganado.

Eran los primeros años del 2000 y de a poco los pastizales fueron secándose, hasta que el terreno quedó prácticamente inservible para la siembra. Remedios, Rutilio Hernández y otros 42 ejidatarios tuvieron que vender sus reses y cambiar de giro. Comenzaron a dedicarse a la siembra de maíz y de cacao, la actividad con la que continúan hasta ahora. Sus días se dividen entre mantener la reserva Río Playa y cosechar sus ejidos. Por la primera no reciben un pago.

Al inicio, cuentan los hermanos, no sabían lo que estaba sucediendo en sus tierras, pero fueron hilando los hechos: una toma que descargaba el agua utilizada en alguna de las plataformas de la estatal Pemex fue colocada aproximadamente a seis kilómetros de Río Playa. De ahí, dicen, provenía el agua salada. La invasión de ésta a los terrenos en donde estaban los pastizales fue paulatina: en los seis o siete años siguientes ya no pudieron sembrar más.

Un documento de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) dice que la zona es susceptible a contaminación debido a que hay instalaciones de la industria petrolera y azucarera ubicadas en la zona, aunque evalúa su riesgo como moderado. Sin embargo, reconoce la existencia de contaminación en el acuífero La Chontalpa –que está en la región– y coloca a la actividad petrolera como una de las principales fuentes de daño.

Remedios dice que levantaron algunas acciones legales, pero que los recursos fueron declarados como improcedentes y que nunca se le fincó responsabilidad a Pemex. Pero ellos no tienen dudas de que el terreno dejó de ser fértil debido a la contaminación generada por la actividad petrolera. Las aguas que rodean Río Playa también dejaron de ser útiles para la pesca. Las especies de peces locales fueron desapareciendo, también las aves.

Los ejidatarios de Comalcalco han sembrado alrededor de 250 hectáreas de mangle en un terreno en donde hasta hace dos décadas los campesinos sembraban pastizales y ejercían la pesca.

El arte de plantar manglares

Pero un día, uno de los ejidatarios propuso sembrar mangle. Ninguno sabía con certeza para qué serviría, pero habían escuchado que se trataba de un arbusto fuerte, que servía como una barrera natural y que ayudarían a purificar el agua. Justo lo que Remedios y el resto de los ejidatarios necesitaban para regresar a la ganadería.

“No conocíamos el cultivo del mangle, incluso no conocíamos la semilla del mangle. Pero esa fue la idea. Primero comenzó a trabajar solo uno de nosotros, después los demás nos unimos. El resto de los compañeros ejidatarios nos hacían de locos porque no entendían por qué cultivabamos mangle. Para ser honestos, al principio ni nosotros lo entendíamos del todo”, dice Remedios. “La finalidad al principio no la teníamos clara, pero ya después con el tiempo nos fuimos dando cuenta de la importancia que tiene el manglar para el medio ambiente”.

El mangle es una especie de árbol o arbusto que funciona como base para los ecosistemas que son el hogar de bacterias, plantas, peces, aves y algunas otras especies. Tolera áreas con salinidad elevada, captura grandes concentraciones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, suele ser un purificador del agua y funciona como una barrera natural ante huracanes y otros eventos meteorológicos.

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Han pasado 16 años desde que Remedios, Rutilio y el resto comenzaron con la siembra de mangle. Fallaron en varias ocasiones e intentaron distintas técnicas hasta que, después de un par de años, encontraron que si sembraban la semilla del mangle en abultados montículos de tierra, el arbusto crecía más rápido, más fuerte y más resistente.

Desde febrero no pueden acceder al manglar porque la sequía había apretujado a Tabasco hasta hace unas semanas, antes del huracán Agatha. El nivel del agua era tan bajo que volvió pantanosa la entrada principal a la reserva, pero en el último conteo identificaron más de 250 hectáreas.

Rutilio dice que seguramente el manglar ha seguido haciendo su función, regando su semilla y colonizando más terreno. Ahora, los campesinos necesitan que suba el nivel del río u obtener recursos gubernamentales para desazolvar el canal de entrada, o de lo contrario la reserva podría correr peligro.

Hace apenas ocho años que comenzaron a ver resultados más concretos de su hazaña: Remedios cuenta que quienes se dedican a la pesca han vuelto de nueva cuenta a Río Playa a pescar mojarra, que el sitio ya es seguro para la llegada de aves –dice que han contabilizado más de 60 especies y como hogar para otros animales.

“Río Playa para mí significa un proyecto que da vida, primero porque, aunque poco, le está dando vida al planeta y está protegiendo a la fauna silvestre. Y eso es importante, lo ha sido siempre, pero más en estos tiempos que estamos viendo más [los efectos] del calentamiento global”, dice el campesino de 62 años mientras observa desde la carretera una fracción del río que ahora está lleno de algas y musgo, y por el que en ese momento no podían acceder a la reserva.

Rutilio dice que pretenden que la reserva de manglar sea un sustento para sus familias. Los ejidatarios quieren hacer de Río Playa un destino de ecoturismo para también lograr recursos que les permitan aumentar la siembra de mangle en el resto del terreno que supera las 1,100 hectáreas. Los hermanos dicen que intentaron inscribir la reserva al programa Sembrando Vida, pero la finalidad del proyecto no es compatible con las bases, pues está dirigido para la siembra de árboles frutales y maderables. “Si tuviéramos recursos, yo dejo mi tierra [donde cosecha cacao] y le dedico más de mi tiempo a Río Playa”, dice Rutilio.

Los creadores del manglar esperan que las lluvias lleguen pronto a Tabasco, para que puedan acceder a Río Playa. También saben que si las sequías –producto del cambio climático– se vuelven algo más cotidiano, su trabajo de casi dos décadas en la reserva será cada vez más difícil. Mientras tanto, a unos kilómetros, los trabajos en la refinería continúan y el complejo pronto será inaugurado.

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