El cambio climático comienza a poner en jaque a la economía global. En los últimos meses, noticias sobre inundaciones, sequías e incendios han protagonizado los noticieros y los encabezados de periódicos alrededor del mundo. En México, la crisis hídrica de Monterrey prendió las alertas en varios niveles de gobierno, desde el municipal y estatal hasta el federal.
De la noche a la mañana, los fabricantes de cerveza, las refresqueras y acereras -señaladas por el gobierno federal como las mayores consumidores de agua en la entidad- tuvieron que regresar parte del agua que les había sido concesionada años atrás y que tenían almacenada en sus pozos. El presidente Andrés Manuel López Obrador incluso dijo a principios de agosto que ya no se darían más permisos para producir cerveza en el norte del país.
Esta situación resonó en otros sectores que también operan en zonas con poca disponibilidad de agua, como la vitivinícola, específicamente aquellas bodegas con presencia en el Valle de Guadalupe, la zona productora de vinos ubicada en Ensenada, Baja California.
Hans Backhoff, presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola (CMV), explica que en esta región el gobierno local ya impulsa un proyecto para utilizar agua revitalizada en la producción de la uva. “Es un agua tratada con las cualidades apropiadas para el cultivo de la vid. Nosotros hemos visto ya que existen proyectos muy exitosos tanto en Napa como en Israel; están teniendo resultados favorables relacionados con la calidad y el mejor uso y la disponibilidad del agua. El proyecto está tomando rumbo y podría ser una solución a largo plazo”, dijo Backhoff en entrevista con Expansión.