Así, las refinerías en su conjunto están trabajando al 50.4% de su capacidad. En 2018 lo hacían al 37.8%. En total, los seis complejos pueden procesar hasta 1.6 millones de barriles diarios. Pero la idea de que puedan hacerlo se avizora aún lejana: las seis refinerías tienen grandes problemas operativos y esto le está dejando grandes pérdidas a la estatal.
Pero pese al avance la meta dictaba mucho más. Desde 2019, el primer año del gobierno obradorista, los principales voceros de la política energética decían que las refinerías procesarían a finales de ese año entre 900,000 y un millón de barriles diarios. Así la meta de año con año fue creciendo, pero nunca ha sido cumplida. La máxima cifra de procesamiento de crudo en las refinerías fue en abril pasado, de 889,000 barriles diarios.
Y para 2023 el presidente ya se ha puesto una nueva meta: dice que Pemex refinará 1.2 millones de barriles diarios. Los números no alcanzan para visualizar que esto pueda ser cumplido.
El avance también se muestra en las cifras de producción de gasolinas: Pemex terminará este año produciendo en promedio alrededor de 272,000 barriles diarios de gasolina, su cifra más alta desde 2017. Esta cifra no toma en cuenta lo obtenido en el complejo de Deer Park, comprado en enero pasado, pero cuya producción no llega en totalidad al país.
En cuanto a producción de gasolinas el gobierno no se ha puesto una meta en números, pero ha hecho una más grande: ha prometido lograr la autosuficiencia en combustibles antes de que termine el sexenio. México demanda entre 700,000 y 800,000 barriles de gasolina diarios. La producción de la estatal apenas cubre una cuarta parte de ella.
La promesa continúa vigente en el discurso político, pero no en el planes de la estatal: en su último plan de negocios reconoce que el cese de compras del extranjero no será posible, al menos no en un corto plazo. La compañía dice en ese documento que tres años después de que termine el sexenio –en 2027– aún se importará el 22% de las gasolinas que aquí se consumen o un 5% si se toman en cuenta lo que se obtiene en el complejo texano de Deer Park.
Pero con los grandes esfuerzos de echar a andar un negocio que nunca ha sido rentable para Pemex –el de refinación– la estatal ha visto un fuerte golpe en sus finanzas. Mientras las grandes empresas refinadoras han visto ganancias récord, Pemex ha perdido por cada barril que refina –7 dólares durante el trimestre pasado–. Pemex Transformación Industrial está robando la oportunidad a la petrolera de aumentar sus ganancias, como el resto de sus pares, aprovechando los altos precios del petróleo.
El año próximo, según las previsiones de los grandes bancos, el crudo tocará de nuevo altas cotizaciones, aunque por debajo de las vistas al inicio de este año. Pero aunque Pemex continúe con las exportaciones –para sumar más divisas a su fila de ingresos–, la intención con la que comenzó el sexenio parece continuar: la estatal seguirá apostando por la refinación.