El manantial contaminado por un derrame de combustible que Pemex no reconoce
Las alarmas comenzaron hace meses, con un olor a combustible que cada vez se hacía más cercano. El último día del año los habitantes de Mexicaltongo vieron arder uno de los manantiales de la región.
JILOTEPEC, Estado de México.- En Mexicaltongo el cielo fue de color negro por algunas semanas: la comunidad, ubicada en una de las fronteras entre el Estado de México e Hidalgo, vio arder su principal manantial por 19 días. El fuego, que comenzó el último día del año pasado, recién fue cesado el 18 de enero. Nadie sabe exactamente cómo inició, si fue provocado o accidental. Pero hay algo que todos los pobladores tienen claro: en ese manantial había combustible.
De noche desde su ventana, Gustavo Huitrón dice que veía el baile de una flama intensa. De día, la escena se transformaba y entonces lo que observaba eran grandes cantidades de humo en el aire, tapando las nubes. Todo, a lo lejos, era negro. Pemex, y otras autoridades, optaron por no apagar el fuego y entonces aplicar una estrategia de incendios controlados: buscaban que el combustible se consumiera para entonces disminuir el riesgo de explosividad. Lo hicieron hasta que contuvieron el flujo y entonces acabaron con el fuego.
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La estatal –dijeron los pobladores– llegó cuatro días después de que comenzó el incendio, luego de los bloqueos a la autopista México-Querétaro. “Yo llamé a Pemex, me dijeron que ya habían recibido varios reportes y que no era su responsabilidad”, dice Huitrón, un hombre que viste de botas y sombrero y que, como la mayoría de quienes viven en Mexicaltongo, se dedica a la agricultura y la ganadería.
El manantial es parte de un conjunto de ríos y nacimientos de agua que abastecen a la región. El incendio se dio en éste, pero los habitantes y los representantes municipales ya advierten la presencia de hidrocarburos en al menos tres puntos más, algunos de ellos utilizados para el consumo humano. El manantial de Mexicaltongo, cuentan los residentes, también era utilizado como alberca natural en los días de calor. Ahora, los dos grandes árboles que daban sombra a quién ahí acudían son negros y están completamente quemados. El acceso a la zona está restringido.
Desde el 12 de enero pasado, la estatal Pemex ha extraído 3,000 litros diarios de hidrocarburos del manantial que abastecía a la región para sus labores de riego, de acuerdo con los datos que la compañía ha compartido a las comunidades.
Las autoridades locales y la propia Pemex desconocen por cuánto tiempo deberán continuar con la actividad y si algún día el manantial volverá a su normalidad. Recién el jueves pasado iniciaron un estudio de caracterización, para determinar el origen del derrame. En una asamblea en Mexicaltongo, realizada ese mismo día, ninguno de los involucrados –ni Pemex, ni el municipio, ni autoridades como Protección Civil– quiso comprometerse a fijar una fecha para determinar las causas de lo ocurrido.
Tampoco dieron una respuesta firme a los habitantes que preguntaban continuamente si podrían dar esa agua a los animales que crían o si podrían bañarse con el líquido que, dicen, huele a gasolina. Algunos de ellos se dieron cuenta de que el manantial estaba contaminado cuando sus vacas y caballos no quisieron tomarla más.
La estatal ha liderado las acciones para contener el incidente, pese a que afirma que los hidrocarburos ahí contenidos no tienen como origen alguna de sus instalaciones. Pemex ha entregado a la comunidad un documento, al que Expansión tuvo acceso, en el que dice que “es poco probable” que sea causante del evento. Hasta hoy, Pemex ya habría extraído del cuerpo de agua lo equivalente a una pipa de las que utiliza para transportar gasolina.
Rodolfo Noguez, el presidente municipal de Jilotepec –uno de los dos municipios afectados–, dice que la compañía aún no ha sido exonerada, pero que nadie más tenía la capacidad financiera y técnica para hacerse cargo del suceso. ”No están declarados culpables, tampoco inocentes”, dice en una entrevista. “Lo que sabemos es que estamos ante un verdadero crimen”.
La oficina de comunicación de Pemex fue consultada, pero no hizo comentarios sobre su posible responsabilidad en la contaminación del manantial.
"Hubo advertencias desde antes"
Hilda Alcantara y su esposo Juan se levantaron el 31 de diciembre pasado con un estruendo, miraron a la ventana y a unos 500 metros de donde habitan había fuego emanando sobre el agua. Dicen que la gente de los alrededores corrió, se amontonó y comenzó a hacer preguntas. Muchas de ellas fueron contestadas entre ellos mismos: los vecinos de Mexicaltongo y las comunidades aledañas llevaban semanas percibiendo un olor a combustible entre las calles y en sus casas. Después comenzaron a ver una capa transparente y pesada sobre el manantial. Cuando el incendio llegó fue fácil sacar las conclusiones. “Salían burbujas y en el agua ya corría con grasa, con una especie de nata”, dice Hilda.
Las advertencias ya estaban desde mucho antes: el conteo de los pobladores dice que, hasta hoy, suman 83 días desde los primeros indicios de un derrame de hidrocarburos en los humedales. Primero, dicen, comenzó el olor, que después se intensificó, luego observaron un líquido acuoso en el agua, murieron los peces de una granja acuícola aledaña y llegó para algunos de ellos el dolor de garganta, de cabeza y los malestares estomacales.
El conteo del municipio da cuenta de menos tiempo: en una serie de denuncias presentadas por el presidente municipal de Jilotepec se lee que los primeros avisos se dieron el 13 de noviembre. Personal de Pemex acudió 10 días después al sitio, tomó pruebas del agua contaminada y se marcharon.
¿Quién fue el responsable del incendio?
Entre más de una decena de pobladores, e incluso entre los representantes del municipio, se repite una misma versión: la petrolera les comentó que no se trataba de hidrocarburos, sino de deshechos de las casas aledañas o de drenaje y les pidieron no alarmarse. Pero a los pobladores el olor les decía otra cosa: el 30 de diciembre, un día antes del incendio, éste fue más intenso que el resto de los días.
Una versión similar se repitió en la conferencia presidencial del 6 de enero: “En Jilotepec lo que sucedió no fue una fuga de hidrocarburos. Pemex es, sin embargo, quien está atendiendo el asunto (...), es un derrame de residuos tóxicos de una empresa particular y son altamente contaminantes y eso es lo que ocasionó el incendio”, dijo esa mañana el subsecretario de Gobernación, Adán Augusto López.
Pero en Jilotepec, dicen quienes ahí viven, no hay grandes compañías y el olor a combustible era inconfundible. Días después, Pemex confirmó que lo encontrado en el manantial es diésel. “Aquí no hay nada cercano, no hay una empresa cercana que pudiéramos decir está contaminando directamente a este punto”, dice Noguez en el Palacio Municipal de Jilotepec.
Pemex dice en un documento, y también explicó a los pobladores, que lo que encontró en el manantial fue “diésel y aceite de motor”. Dijo también en un oficio entregado al presidente municipal que el poliducto, que corre de Tula a Palmillas, y que, de acuerdo con la compañía, es el cercano al sitio del desastre funciona de manera íntegra, que no recibió reportes de fuga de presión y que lo que transporta por éste es gasolina, y no diésel. Pemex muestra un estudio de 2014 para certificar el buen funcionamiento de su infraestructura.
“Este ducto se encuentra aproximadamente a una distancia de 2.1 kilómetros del punto en que se detectó la presencia de posible combustible, por lo que, considerando las características del producto transportado en su interior, la topografía y condiciones del terreno, resulta poco probable que éste sea el causante del evento”, dice el oficio.
Pero sobre el lugar solo corre infraestructura de la petrolera, alguna de ella para llevar combustibles de Tula a la refinería de Salamanca. Otro poliducto corre por la región, pero este transporta gas y pertenece a la iniciativa privada.
Esa mañana en la que se habló de Mexicaltongo en Palacio Nacional, el incendio en el manantial seguía sin ser sofocado. Y fue también hasta ese 6 de enero, una semana después, que se instaló un centro de mando a las afueras del manantial y comenzaron formalmente las actividades de recuperación del sitio, según un inventario de Pemex colocado en el sitio.
En este centro de mando, albergado en una capa de lona blanca, hay un par de fotografías en alto formato que dan cuenta del incendio. Quienes ahí están dicen que éste seguirá en funcionamiento hasta que se controle la situación y se remedie el daño, pero nadie tiene una fecha. “Estamos ante algo que nos puede llevar años”, dice uno de los funcionarios que entra y sale del improvisado recinto.