Pero, en México, los cambios también han comenzado a asomarse. El informe de la ONU relata que, en el país, los días calurosos han aumentado, mientras que los fríos son cada vez más escasos. La república también se volverá un lugar más seco, con un clima cada vez más propicio para los incendios forestales. Un plan para acabar en el corto plazo con la producción de petróleo y el uso de combustibles fósiles en el país es poco viable, pero Pemex ni siquiera tiene uno para dejarlo de manera progresiva.
Los indicadores en revés
El Climate Accountability Institute, organismo estadounidense que evalúa el papel del petróleo y sus derivados en la creciente emergencia climática, ubica a Pemex como la novena petrolera más contaminante a nivel mundial y la primera en Latinoamérica. El listado, que es liderado por la también estatal Saudi Aramco, se construyó tomando como base datos de 1965 a 2018.
La mexicana nunca ha estado cerca de volverse un referente en temas ambientales, pero durante este sexenio la falta de interés de la administración de la petrolera que dirige Octavio Romero Oropeza por el combate al cambio climático ha sido evidente. “Esta situación en la que Pemex tiene un descuido respecto al medioambiente es algo que, desafortunadamente, ha sido muy prevalente por tres décadas. El Estado mexicano siempre le ha dado un estatus a Pemex de privilegiar sus operaciones”, dice Adrián Fernández, director de la Iniciativa Climática de México.
Hacia 2018, la estatal sumaba dos años consecutivos con una baja en la emisión de gases de efecto invernadero, los responsables del calentamiento de la atmósfera, en parte como resultado de un descenso en la producción de petróleo. Después de la caída y durante los dos primeros años de este sexenio, la emisión de estos gases por parte de Pemex ha registrado un regreso al alza. Las emisiones totales de dióxido de carbono equivalente crecieron 12.5% en 2020, a 54 millones de toneladas anuales, de acuerdo con información que la compañía ha entregado a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés).
El segmento de la estatal que más contamina es el de Transformación Industrial, que agrupa las seis refinerías de la compañía. Le sigue Pemex Exploración y Producción, la encargada de la explotación de crudo. La compañía aumentó su emisión de gases contaminantes, a pesar de mantener una producción estable de crudo –con un alza anual de apenas 0.12%– y de reducir su producción de petrolíferos en 5% durante el año pasado.
Los especialistas entrevistados aseguran que el aumento en emisiones, que no se justifica con un alza en la producción petrolera, es resultado de una baja en la inversión y las actividades de mantenimiento, así como la ausencia de procesos para controlarlas. De hecho, la empresa argumenta en su informe a la SEC algo similar y reconoce que se debe a la quema de gas, por su incapacidad para utilizarlo y que pierde por fallas en sus sistemas de compresión y a la necesidad de mantenimiento en sus equipos de refinación.
La compañía ha llevado sus inversiones y gastos relacionados con medioambiente a sus cifras más bajas en al menos dos décadas, según los reportes a la SEC. En 2020, destinó 468 millones de pesos en proyectos ambientales, una baja de 74.65% respecto a un año antes. La empresa agrupa en esta cifra todas las inversiones relacionadas con la modernización de instalaciones, la implementación de sistemas para controlar la contaminación atmosférica y la adquisición de equipo para hacer frente a derrames de petróleo y gas.
Esto es aún más evidente si se compara con lo ejercido en anteriores sexenios. La administración de Romero Oropeza ha destinado un promedio anual de 920 millones de pesos –tomando en cuenta el presupuesto de este año– en proyectos ambientales y gastos relacionados. Durante el gobierno anterior, el promedio de inversión de este rubro fue de 7,785 millones de pesos anuales.
En 2018, el último año del pasado sexenio, la estatal se propuso reducir en 25% sus emisiones de gases de efecto invernadero hacia 2021. La meta ha quedado olvidada y en los últimos años no ha habido ninguna señal de tendencia a la baja. Mucho menos se han establecido nuevos objetivos. Pemex ha señalado que se encuentra en un rediseño de estrategia y un plan para corregir, pero no ha dado ningún detalle al respecto.
Otras petroleras han comenzado a trazarse objetivos ambiciosos: en la lista están la francesa Total, la holandesa Shell, la española Repsol o la británica BP, que se han propuesto alcanzar emisiones netas cero de gases de efecto invernadero en 2050. Pero Pemex forma parte de otro listado, en el que se encuentran aquellas sin objetivos anunciados, y en el que también aparece la venezolana PDVSA.
“Hemos visto cómo lo fósil está permeando en todas las esferas de la administración pública, en la económica, que es normal y es histórica, pero también en la energética y la climática, que es más preocupante”, afirma Pablo Ramírez, especialista en energía y cambio climático de la organización ambientalista Greenpeace. “En su lugar debería de estar gestionando la caída del petróleo, la decadencia de los combustibles fósiles. La transición no va a venir de la noche a la mañana, pero lo que se necesita es un plan para dejar de usarlo. El Estado lo que tendría que hacer es administrar ese declive petrolero y administrarlo para llevarlo hacia otro modelo de negocio”.
La mexicana también ha incrementado sus emisiones de metano, uno de los principales componentes del gas natural y el segundo gas más contaminante y responsable del cambio climático, que se envía a la atmósfera cuando el gas que se produce durante la extracción de petróleo se quema en los pozos, no se utiliza o se envía a la atmósfera debido a las fugas, pues las instalaciones de la petrolera no tienen la tecnología adecuada para su aprovechamiento. Datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos revelan que, el año pasado, México lanzó a la atmósfera 454 millones de pies cúbicos diarios de gas no aprovechado, un aumento de 53% respecto a un año antes. Cerca del 80% es metano.
Un estudio de la organización Environmental Defense Fund (EDF) encontró que cerca de la mitad de todas las emisiones de metano del país se concentran en la región petrolera de Campeche, Tabasco y Veracruz, principalmente, en los pozos terrestres y en los centros procesadores de gas. “Muchos pozos son muy viejos, tienen falta de mantenimiento y también por eso podría ser tan fácil la solución”, dice Daniel Zavala, científico del EDF. “En el corto plazo, el cuidado de los procesos y mantenimiento habla de la simplicidad de lo que se puede hacer e implementar de manera rápida”.
La organización también halló que las emisiones de metano de la industria petrolera y de gas en realidad duplican las cifras que históricamente han sido reportadas por el gobierno.
Y Pemex no solo es el mayor emisor de este gas a nivel nacional, también es la empresa que concentra más puntos contaminantes en el país. Un listado de Greenpeace, que enumera los 423 sitios que emiten más dióxido de azufre a nivel mundial, con base en información de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA, por sus siglas en inglés), identifica en México 19 de los puntos más contaminantes a nivel mundial. Once de ellos son propiedad de la compañía estatal y seis de ellos se ubican en sus refinerías.