Asur –que en México opera aeropuertos clave para la actividad turística, como Cancún, Cozumel y Huatulco– incursionó en el mercado colombiano en octubre de 2017, cuando adquirió una participación de 92.42% de Aeropuertos de Centro Norte, S.A., o Airplan, el segundo concesionario más grande del país sudamericano.
Desde entonces, Asur administra los aeropuertos de Rionegro –el segundo más grande del país–, Medellín, Montería, Carepa, Quibdó y Corozal. En este último aeropuerto el tráfico se redujo casi un 70% en la primera mitad del año.
“En Airplan el tráfico total de pasajeros se redujo 19.8%, aunque ligeramente mejor a nuestras expectativas en 0.3%, en donde continúa el efecto negativo de la suspensión de operaciones de Viva Air y Ultra Air”, refiere Marco Montañez, analista de Vector Casa de Bolsa.
El cese de los vuelos de ambas aerolíneas también ha afectado al turismo colombiano hacia México, que de enero a mayo de este año, disminuyó un 17.3%, equivalente a 33,927 usuarios, según estimaciones del Consejo Nacional Empresarial Turístico. Antes de la pandemia, Colombia era el cuarto mayor emisor de viajeros internacionales a México, sólo por detrás de Estados unidos, Canadá y Reino Unido.
De momento, las expectativas son que las presiones se mantengan en el corto plazo, pero se recuperen eventualmente como parte de la dinámica de crecimiento del mercado vacacional.
“Durante el 2023, estimamos que se mantenga una favorable tendencia de crecimiento, resultado de un mayor apetito por los viajes de placer, así como una mayor oferta de rutas internacionales por parte de las aerolíneas nacionales. En el corto plazo, nos mantendremos atentos a mayor información relacionada con la reforma a la ley de aeropuertos, a la recuperación de la categoría 1 en seguridad aérea en México, así como a las aerolíneas colombianas”, refieren en un análisis Brian Rodríguez y Roberto Solano, analistas de Monex Grupo Financiero.
