“De manera consistente con la distribución de los ingresos, los gastos en viajes se concentran en una parte relativamente reducida de los hogares”, refiere el Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac.
Según la ENIGH, los tres deciles más altos percibieron el 59% de los ingresos, mientras los tres más bajos registraron sólo el 10% del total.
Para los deciles más altos, esta concentración resulta 3.4 puntos porcentuales más elevada que la vista en 2020, cuando la pandemia llevó a que el gasto en turismo aumentara en el segmento de medios y altos ingresos.
Mientras, la concentración de ingresos de los tres deciles más bajos disminuyó respecto a 2020, pero incrementó en comparación con 2018, el último análisis previo a la pandemia.
A medida que la inflación se ha disparado y los costos asociados con los servicios turísticos continúan aumentando, el acceso a los viajes se ha vuelto aún más difícil para quienes tienen ingresos más limitados.
Según el Índice Nacional de Precios al Consumidor, los vuelos han experimentado un aumento del 15% en comparación con los precios de 2019, antes de la pandemia. Asimismo, los servicios de hotelería han visto un incremento del 11%. Estos aumentos han hecho que las temporadas vacacionales sean más costosas de lo que solían ser, lo que dificulta aún más que aquellos con presupuestos ajustados puedan acceder a ellas.
Otro aspecto importante es la concentración de los gastos en localidades de mayor población. Un 90% del gasto en paquetes turísticos, hospedaje y alojamiento se concentró en poblaciones con 2,500 o más habitantes, mientras que solo el 10% restante se destinó a localidades con menos de 2,500 personas. Las oportunidades de viajar están más disponibles para aquellos que residen en áreas urbanas o en destinos turísticos populares, mientras que las personas que viven en áreas rurales o menos concurridas enfrentan mayores dificultades para disfrutar de un descanso fuera de su rutina.