A finales de enero, Boeing recibió una demanda de accionistas que dijeron que la compañía priorizaba las ganancias sobre la seguridad y que los había timado sobre su compromiso de fabricar aviones seguros, antes de la explosión de una puerta sellada de emergencia en pleno vuelo el 5 de enero en un 737 MAX 9 de Alaskan Airlines.
Aunque no hubo víctimas mortales en el vuelo de Alaska, varios pasajeros demandaron tanto a Boeing como a la aerolínea. Además, la Federal Aviation Administration (FAA) ordenó la suspensión temporal de 171 aviones MAX 9, lo que resultó en miles de vuelos cancelados por Alaska Air Group, United Airlines y Aeroméxico.
Según una propuesta de demanda colectiva, Boeing pasó más de cuatro años después de los accidentes de otros dos aviones MAX en octubre de 2018 y marzo de 2019, en los que murieron 346 personas, asegurando a los inversores que estaba "enfocado" en la seguridad y en no sacrificar la seguridad por beneficios.
Los accionistas dijeron que las declaraciones de Boeing eran falsas y engañosas porque ocultaban el "control de calidad deficiente" en su línea de montaje y provocaban que el precio de sus acciones se inflara.