Es decir, a medida que la filial que agrupa a las refinerías, aumenta la producción de combustibles, las pérdidas suben también. El mal negocio de la filial se puede comprobar al comparar lo que le cuesta operar sus complejos y producir combustibles con la cantidad de ingresos que obtiene por sus ventas.
La producción de gasolinas y diésel en el primer semestre de 2024 fue mayor a la registrada en el mismo periodo de 2023. La producción de gasolinas fue 12.6% más alta y la de diésel 32.9% superior.
Como ejemplo, el último semestre. Pemex Transformación Industrial (TRI) gastó casi 564,000 millones de pesos en costos de ventas y obtuvo 497,000 millones de pesos por concepto de ventas.
La diferencia de 67,000 millones de pesos se traduce de manera casi inmediata como pérdidas para la filial. Esta misma dinámica la arrastra la compañía desde 2019, cuando el gobierno morenista decidió aumentar la producción de gasolinas, pese al costo financiero que esto podría representar para la compañía.
Desde 2019 –el primer año del sexenio de López Obrador– Pemex TRI no ha logrado obtener ingresos mayores a lo que gasta en la producción y operación de sus complejos. En 2023, por ejemplo, la diferencia entre estas dos variables es de casi 113,000 millones de dólares.
Pemex cerró el segundo trimestre con pérdidas por 255,000 millones de pesos, la cantidad negativa más alta desde la pandemia, cuando el contexto internacional –derivado de la pandemia– llevó al petróleo a tocar precios negativos y las petroleras a perder grandes cantidades de dinero.