Uno de los casos más emblemáticos de esta transformación es el de Medellín. En los años 80 y 90, la ciudad era conocida como la capital del narcotráfico, encabezada por figuras como Pablo Escobar. Hoy en día, Medellín es un destino turístico en crecimiento, que ofrece recorridos históricos por la Comuna 13, una zona antes dominada por la violencia, y el Museo de Memoria Histórica, donde se busca contextualizar los eventos de ese periodo.
“Medellín tiene una narrativa asociada al turismo que permite entender y contextualizar lo que sucedió en materia de seguridad”, comenta Salcedo, quien añadió que estrategias similares fueron adoptadas por otras ciudades colombianas.
Adrián Mosqueda, un turista mexicano, decidió visitar Colombia justamente para explorar este aspecto cultural. “Queríamos más que una playa; buscábamos conocer la comida, los sitios más emblemáticos para la música y el arte callejero”, relata Mosqueda.
Su visita incluyó recorridos por barrios como Getsemaní en Cartagena y Usaquén en Bogotá, lugares que en el pasado estaban vinculados a la delincuencia, pero que ahora son epicentros de arte urbano y gastronomía.
No todo es sol y playa
El modelo de regiones turísticas, que divide al país en zonas como El Gran Caribe, El Pacífico y Los Andes, ha permitido diversificar la oferta turística y descentralizar las visitas de Bogotá, Medellín y Cartagena.
“La división de regiones nos ha permitido clasificar los productos turísticos exportables para determinados mercados”, explica el presidente de ProColombia, destacando que esto ha ayudado a una promoción más enfocada y ajustada a las necesidades de los turistas internacionales.
México, un país con una vasta oferta turística que abarca desde playas hasta sitios arqueológicos, también podría beneficiarse de una estrategia similar. Aunque el país ya es el segundo destino más visitado de América Latina, según datos de ForwardKeys, enfrenta el reto de superar la percepción de inseguridad en muchas de sus ciudades.
Braulio Arsuaga, presidente del Consejo Nacional Empresarial Turístico (CNET), ha declarado en diversos foros que la “mala imagen” es una de las razones que aleja a los turistas de visitar los destinos mexicanos, por lo que recalcó la necesidad de una entidad que fortalezca la imagen del país. “La nueva secretaria de turismo deberá considerar proyectos que fortalezcan la imagen del país y reaviven la promoción de sus destinos. Llevamos seis años en los que no lo hemos hecho y no queremos que sean seis años más”, advirtió.
El papel de las comunidades
Una de las lecciones más importantes de la experiencia colombiana –según Salcedo– es la capacidad de integrar a las comunidades locales en el proceso de transformación turística. En Colombia, las víctimas de la violencia ahora se incorporan como guías turísticos o operadores de pequeñas empresas en las zonas que anteriormente eran consideradas peligrosas.
Según Salcedo, esta inclusión no solo contribuye al desarrollo económico local, sino que también ayuda a cambiar la narrativa en torno a estos destinos.
Sin embargo, también existen riesgos. Algunos críticos han señalado que la promoción de “tours narco” en lugares como Medellín podría perpetuar modelos de violencia y romantizar el crimen organizado, un enfoque que gobiernos como el de Estados Unidos ven con preocupación.
Aun así, la estrategia de Colombia para neutralizar el estigma de inseguridad ha mostrado resultados positivos. Según datos de ProColombia, durante el primer semestre de 2024, el país registró más de 3.1 millones de visitantes no residentes, un aumento del 8.5% respecto al mismo periodo del año anterior. En 2023, Colombia recibió 6 millones de viajeros, lo que representó un crecimiento del 27.4% en comparación con 2022.
"Los problemas de inseguridad no son para siempre”, asegura Salcedo, subrayando que los esfuerzos del gobierno colombiano por mejorar la conectividad y dividir el país en regiones turísticas han jugado un papel crucial en este crecimiento.