Es los dos últimos fines de semana, Trump ha prometido imponer un arancel de 200% a los vehículos fabricados en México, una medida que, de acuerdo con él, buscará proteger a la industria automotriz estadounidense.
"Todo lo que estoy haciendo es decir 'pondré 200 o 500, no me importa'. Pondré un número en el que no puedan vender ni un coche", dijo durante una entrevista en Fox News que se emitió el domingo. "No quiero que perjudiquen a nuestras empresas automovilísticas".
De su lado, su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, trabaja para una administración que mantuvo en gran medida los aranceles de Trump y que el mes pasado aplicó un nuevo paquete de tarifas a unos 18,000 millones de dólares en productos chinos.
Para Robert Actis, cuya empresa de manufactura ha quedado atrapada en la escalada arancelaria, el futuro se ha visto "nublado" en los últimos cinco años.
Con Trump en el poder, Actis se enfrentó a los aranceles al acero y el aluminio, a la vez que luchó por encontrar proveedores alternativos de materias primas que no son producidas en el país. A ello se sumaron recientes gravámenes de la gestión de Joe Biden.
"Estaría muy feliz de comprar a un productor estadounidense", dice Actis, quien importa alambre para fabricar mallas de estuco que se usan en la construcción, "pero no hay nadie que quiera hacerlo".